Tiempo Atrás pasé por una experiencia que fue muy importante para mí. Había descubierto un bulto en un pecho que me producía dolor y seria preocupación. Luché contra el miedo, contra la duda, contra la autocompasión, y traté de orar sola por este problema. En ese momento tenía por delante un acontecimiento muy importante para la familia que me demandaría mucho trabajo y mucha actividad y quería hacerlo todo con mucha alegría. Pasaban las semanas y no veía mejora en mi condición.
Un día leyendo un artículo en el Heraldo, hubo una frase que me impactó, que decía: "al temor hay que vencerlo con valor". Esa palabra "valor" tuvo mucha importancia para mí, porque yo sentía que me estaba entregando a esa enfermedad. En ese mismo momento decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con la oración.
Al terminar la entrevista con esta practicista realmente salí muy reconfortada, muy aliviada, muy tranquila, y empecé a orar diariamente. Puedo decir que desde que abría los ojos a la mañana hasta la noche oraba permanentemente, afirmando que el hombre es espiritual, que es inseparable de su Creador y también que no había nada que pudiera impedir el fluir permanente de la armonía divina.
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