No Hace Mucho un amigo me dijo que él y su hijo mayor han progresado mucho. Cuando ese hijo era pequeño, perdió a su madre, luego de una penosa enfermedad. La madre en su sufrimiento, acostumbraba a decirle cosas que él no podía comprender. Ella le decía que lo iba a dejar solo, y esto originó en él ideas horrendas de pérdida de seres que se aman o de ser abandonado. Su muerte produjo un gran temor en él. Cada vez que veía a su padre salir, su angustia era tal que se aferraba a sus piernas y lloraba para que no lo abandonara. Temía perder a quien lo amara y quedar en total desamparo.
Sin embargo, cuando mi amigo me habló, ambos se enfrentaban con el hecho de que el hijo necesitaba viajar a un país lejano para trabajar y estudiar. Años de oración y afecto estaban dando sus frutos. Era la primera vez que se separaban, y lo hicieron sin temor. En el país al que se fue, el hijo de mi amigo fue guiado a una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana al leer los anuncios en El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Encontró alojamiento en un hogar de Científicos Cristianos, donde fue tratado como un hijo. Había superado el temor a no ser amado, temor que había surgido al fallecer su madre. Ahora, percibió que el amor que él expresaba y recibía, en realidad tenía su fuente en Dios.
Dios, el Amor, es Todo-en-Todo. No hay espacio ni momento en que la omnipresencia y omniacción del amor no se manifieste. Al comprender que vivimos en el Amor, el temor nunca nos privará del amor ni nos hará sentirnos solos. Por ello, en todas partes los hijos de Dios, pueden amar y ser amados.
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