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FUNDAMENTOS DE LA CIENCIA CRISTIANA

Del número de julio de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


[Special contribution to “Bohemia.” A symposium]

FUNDAMENTAL CHRISTIAN SCIENCE

Most thinkers concede that Science is the law of God; that matter is not a law-maker; that man is not the author of Science, and that a phenomenon is chimerical, unless it be the manifestation of a fixed Principle whose noumenon is God and whose phenomenon is Science.

My discovery that mankind is absolutely healed of so-called disease and injuries by other than drugs, surgery, hygiene, electricity, magnetism, or will-power, induced a deep research, which proved conclusively that all effect must be the offspring of a universal cause. I sought this cause, not within but ab extra, and I found it was God made manifest in the flesh, and understood through divine Science. Then I was healed, and the greatest of all questions was solved sufficiently to give a reason for the hope that was within me.

The religious departure from divine Science sprang from the belief that the man Jesus, rather than his divine Principle, God, saves man, and that materia medica heals him. The writer’s departure from such a religion was based upon her discovery that neither man nor materia medica, but God, heals and saves mankind.

Here, however, was no stopping-place, since Science demanded a rational proof that the divine Mind heals the sick and saves the sinner. God unfolded the way, the demonstration thereof was made, and the certainty of its value to the race firmly established. I had found unmistakably an actual, unfailing causation, enshrined in the divine Principle and in the laws of man and the universe, which, never producing an opposite effect, demonstrated Christianity and proved itself Science, for it healed the sick and reformed the sinner on a demonstrable Principle and given rule. The human demonstrator of this Science may mistake, but the Science remains the law of God — infallible, eternal. Divine Life, Truth, Love is the basic Principle of all Science, it solves the problem of being; and nothing that worketh ill can enter into the solution of God’s problems.

God is Mind, and divine Mind was first chronologically, is first potentially, and is the healer to whom all things are possible. A scientific state of health is a consciousness of health, holiness, immortality — a consciousness gained through Christ, Truth; while disease is a mental state or error that Truth destroys. It is self-evident that matter, or the body, cannot cause disease, since disease is in a sense susceptible of both ease and dis-ease, and matter is not sensible. Kant, Locke, Berkeley, Tyndall, and Spencer afford little aid in understanding divine metaphysics or its therapeutics. Christian Science is a divine largess, a gift of God — understood by and divinely natural to him who sits at the feet of Jesus clothed in truth, who is putting off the hypothesis of matter because he is conscious of the allness of God — “looking unto Jesus the author and finisher of our faith.” Thus the great Way-shower, invested with glory, is understood, and his words and works illustrate “the way, the truth, and the life.”

Divine modes or manifestations are natural, beyond the so-called natural sciences and human philosophy, because they are spiritual, and coexist with the God of nature in absolute Science. The laws of God, or divine Mind, obtain not in material phenomena, or phenomenal evil, which is lawless and traceable to mortal mind — human will divorced from Science.

Inductive or deductive reasoning is correct only as it is spiritual, induced by love and deduced from God, Spirit; only as it makes manifest the infinite nature, including all law and supplying all the needs of man. Wholly hypothetical, inductive reasoning reckons creation as its own creator, seeks cause in effect, and from atom and dust draws its conclusions of Deity and man, law and gospel, leaving science at the beck of material phenomena, or leaving it out of the question. To begin with the divine noumenon, Mind, and to end with the phenomenon, matter, is minus divine logic and plus human hypothesis, with its effects, sin, disease, and death. It was in this dilemma that revelation, uplifting human reason, came to the writer’s rescue, when calmly and rationally, though faintly, she spiritually discerned the divine idea of the cosmos and Science of man.

The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, page 347.

Original en inglés. Copyright, 1909, by Mary Baker Eddy, Renewed, 1937.


[Colaboración especial para "Bohemia". Un simposio]

FUNDAMENTOS DE LA CIENCIA CRISTIANA

La mayoría de los pensadores aceptan que la Ciencia es la ley de Dios; que la materia no es un legislador; que el hombre no es el autor de la Ciencia, y que un fenómeno es quimérico, a menos que sea la manifestación de un Principio fijo cuyo noúmeno es Dios y cuyo fenómeno es la Ciencia.

Mi descubrimiento de que la humanidad se sana completamente de la llamada enfermedad y de lesiones por otro medio que los medicamentos, la cirugía, la higiene, la electricidad, el magnetismo o la fuerza de voluntad, me impulsó a hacer una profunda investigación, que probó de manera concluyente que todo efecto debe ser el resultado de una causa universal. Busqué esta causa, no adentro sino ab extra, y encontré que era Dios manifiesto en la carne, y comprendido mediante la Ciencia divina. Entonces me sané, y la más grande de todas las preguntas quedó lo suficientemente aclarada como para dar una razón a la esperanza que estaba en mí.

La religión se separó de la Ciencia divina a causa de la creencia de que el hombre Jesús, en lugar de su Principio divino, Dios, salva al hombre, y de que la materia médica lo sana. La autora se separó de semejante religión, en base a su descubrimiento de que ni el hombre ni la materia médica sanan ni salvan a la humanidad, sino Dios.

Aquí, sin embargo, no podía detenerme, ya que la Ciencia exigía una prueba racional de que la Mente divina sana al enfermo y salva al pecador. Dios abrió el camino, se hizo la demostración de esa prueba, y la certeza de su valor para la raza quedó firmemente establecida. Yo había encontrado sin lugar a dudas, una causalidad real e infalible, sagradamente contenida en el Principio divino y en las leyes del hombre y del universo, la cual, al no producir nunca un efecto opuesto, demostró el cristianismo y probó que ella misma era Ciencia, porque sanaba al enfermo y reformaba al pecador sobre un Principio demostrable y una regla dada. El demostrador humano de esta Ciencia puede equivocarse, pero la Ciencia continúa siendo la ley de Dios, infalible y eterna. La Vida, la Verdad y el Amor divinos constituyen el Principio básico de toda Ciencia; éste resuelve el problema del ser, y nada que obre mal puede entrar en la solución de los problemas de Dios.

Dios es Mente, y la Mente divina fue cronológicamente lo primero, es lo primero en potencia, y es el sanador para quien todas las cosas son posibles. Un estado científico de salud es una consciencia de salud, santidad, inmortalidad, una consciencia que se ha logrado por medio del Cristo, la Verdad; mientras que la enfermedad es un estado mental o error que la Verdad destruye. Es evidente de por sí que la materia, o el cuerpo, no puede causar la enfermedad, ya que la enfermedad es, en un sentido, susceptible tanto de bienestar como de malestar, y la materia no es sensible. Kant, Locke, Berkeley, Tyndall y Spencer proporcionan escasa ayuda para entender la metafísica divina o su terapéutica. La Ciencia Cristiana es una dádiva divina, un don de Dios — comprendida por y divinamente natural para aquél que se sienta a los pies de Jesús, revestido de la verdad, que desecha la hipótesis de la materia porque es consciente de la totalidad de Dios — "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe". De esta manera se comprende al gran Mostrador del camino, investido de gloria, y sus palabras y obras ilustran "el camino, y la verdad, y la vida".

Los modos o manifestaciones divinos son naturales, más allá de las llamadas ciencias naturales y la filosofía humana, porque son espirituales y coexisten con el Dios de la naturaleza en la Ciencia absoluta. Las leyes de Dios, o la Mente divina, no tienen su origen en los fenómenos materiales, o en el mal fenoménico, que carece de ley y es atribuible a la mente mortal, la voluntad humana divorciada de la Ciencia.

El razonamiento por inducción o por deducción es correcto sólo en la medida en que es espiritual, inducido por el amor y deducido teniendo como base a Dios, el Espíritu; sólo en la medida en que revela la naturaleza infinita, incluyendo toda ley y supliendo todas las necesidades del hombre. El razonamiento por inducción totalmente hipotético, considera a la creación como su propia creadora, busca la causa en el efecto, y saca del átomo y el polvo sus conclusiones sobre la Deidad y el hombre, sobre la ley y el evangelio, dejando a la ciencia a disposición de los fenómenos materiales, o dejándola fuera de la cuestión. Empezar con el noúmeno divino, la Mente, y terminar con el fenómeno, la materia, es perder en lógica divina y ganar en hipótesis humana, con sus efectos: pecado, enfermedad y muerte. Fue en este dilema que la revelación, elevando la razón humana, vino a rescatar a la autora, cuando en calma y racionalmente, aunque en forma tenue, ella discernió espiritualmente la idea divina del cosmos y la Ciencia del hombre.

The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 347.

Spanish translation
©1997 The Christian Science Board of Directors
Reservados todos los derechos

Conforme a lo establecido por la Sra. Eddy, publicamos el texto original en inglés en la página opuesta.

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