Hace Tres Años, cuando cruzaba la calle, no me di cuenta de que había cambiado la luz del semáforo y que el tránsito se había empezado a mover. Una motocicleta que venía a gran velocidad me golpeó y me lanzó por el aire. Caí sobre los pies, y noté que el conductor estaba tirado en el suelo. En lugar de preocuparme por mí, fui a ayudar al motociclista. Esto fue muy importante para mi propia curación. No me quejé ni lo acusé, sino que traté de ayudarlo a que se levantara. Al hacerlo me olvidé de mí mismo. Realmente quería ayudarlo.
Muy pronto la multitud se dispersó, el motociclista siguió su camino, y yo caminé el resto del camino hacia mi oficina. Minutos después de haber llegado, comencé a sentir un dolor cada vez más fuerte en el costado donde había recibido el golpe. Cuando fui al baño me di cuenta de que tenía heridas internas, porque eliminé gran cantidad de sangre. Me alarmé pensando que me había lastimado un riñón.
Sin embargo, gracias a mi estudio de la Ciencia Cristiana supe que debía calmar el pánico de inmediato, porque el temor indica falta de confianza. El temor supone que Dios no es infinito, omnipresente ni omnisciente. Para superar el gran temor que sentía, comencé a orar.
Una motocicleta que venía a gran velocidad me golpeó y me lanzó por el aire.
Me vino al pensamiento la "declaración científica del ser" de Ciencia y Salud de la Sra. Eddy. Me senté a mi escritorio y comencé a escribir, muy lentamente, lo que cada oración de esa declaración significaba para mí. Dice: "No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo. El Espíritu es Verdad inmortal; la materia es error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material; él es espiritual" (pág. 468).
No fue la simple repetición de estas palabras lo que me hizo sentir mejor, sino la comprensión de lo que significaba cada una de ellas. Esto me ayudó a entender que el hombre no es sustancia material, hecha de carne, huesos y sangre. De hecho, el hombre es espiritual y Dios cuida de él. Superé el temor y confié totalmente en la verdad de estas ideas. No fui tentado a mirar si había desaparecido el problema, ni a verificar el estado de la materia. Alrededor de media hora más tarde, tuve que ir al baño otra vez, y descubrí que ya no eliminaba sangre.
Todo esto ocurrió en menos de una hora. El dolor fue disminuyendo, y los temibles síntomas desaparecieron. por completo. Estaba sano, y nunca he vuelto a sufrir a causa de ese accidente.
Porto, Portugal