Mucha Gente que sufrió de abuso sexual a edad temprana ha notado que a veces eso ha perjudicado el desarrollo de una relación sana. Los temores ocultos y el sentido de culpa parece que les impide expresar normalmente su afecto y su capacidad de confiar en el sexo opuesto. Para los que se están esforzando por dejar atrás esos sueños sombríos y liberarse de los efectos secundarios, es muy importante, el mensaje del Cristo, la Verdad, revelando la pureza y la semejanza del hombre con Dios.
El hombre no es atraído por el mal. La creencia que induce a los niños a sentirse culpables de las acciones ilícitas que les han infringido, es en sí misma una creencia injusta e infame. Para liberarse de esto, es muy importante comprender y aceptar el hecho, de que puesto que somos la semejanza de Dios, somos buenos. Un relato de Job da justo en el clavo, dice: "Tengo asida mi inquebrantable inocencia, ni siquiera por un momento necesito reprocharme a mí mismo", (Job 27:6, traducción de James Moffart). La versión King James dice: "Mi justicia tengo asida, y no la cederé; no me reprochará mi corazón en todos mis días". La Ciencia Cristiana enseña que la verdadera individualidad de cada uno de nosotros es semejante a Dios, no tiene imperfecciones y Dios mantiene la pureza y la bondad de Su creación.
Pero si uno se siente deshonrado, culpable, que no es digno — ya sea justificable o no — ¿cómo puede uno recuperar un sentido de inocencia? ¿Cómo puede uno tener confianza? ¿Cómo puede uno aprender a expresar afecto sin temor? La vida de Cristo Jesús nos da la respuesta. Cuando su ministerio estaba por comenzar, buscó a Juan el Bautista, que estaba predicando a orillas del río Jordán. Cuando Jesús fue bautizado, se escuchó la voz de Dios que lo reconoció como Su Hijo: "Éste es Mi hijo amado, en quien tengo complacencia". Mateo 3:17. De la misma manera, el bautismo del Espíritu nos ayuda a reconocer nuestra propia identidad determinada por Dios. El poder purificador del Espíritu, Dios, nos lava de todo falso sentido de nuestro ser y de todo lo que pueda deshonrar a nuestra naturaleza como hijo de Dios, la imagen y semejanza del Amor.
El poder purificador del Espíritu, Dios, nos lava de todo falso sentido de nuestro ser...
El Espíritu está siempre presente y es el bien infinito. Es la sustancia de todo ser. El bautismo no necesita ser con agua. Siempre que el pensamiento está sumergido en la consideración de la presencia y del poder de Dios, siempre que permitimos que el pensamiento esté lleno de la consciencia de la totalidad del bien, es bautizado: purificado y lavado de lo que quisiera ocultar la naturaleza real del hombre y de la mujer como hijos de Dios. Nuestra propia bondad derivada de Dios empieza a ser más real para nosotros. Nuestra pureza y totalidad es cada vez más evidente. Sentimos que merecemos ser conocidos como los hijos de Dios. Obtenemos un sentido claro y puro de cada uno de los miembros de nuestra familia.
Si en nuestra juventud nuestro afecto y confianza fueron traicionados, hoy podemos comprender el poder y la protección de Dios. Cuando primero construimos un sólido sentido de nuestra relación con Dios, el Espíritu, y aprendemos a reconocer a Dios, el cuidado, la confianza la guía del Amor divino son cada vez más reales para nosotros. Comprendemos que podemos ser tiernos y amables. Nos sentimos completos, que cuidan de nosotros y sentimos afecto por nosotros mismos. Cuando estamos más conscientes de los hechos espirituales del ser, podemos afirmar con Mary Baker Eddy: "Hoy mi alma solo puede cantar y volar. Un sentido creciente del amor, la omnipresencia y la omnipotencia de Dios me envuelve. Cada día Lo siento más cerca, Lo amo más, y humildemente oro para servirlo mejor".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 174.
Los cristianos hablan con mucha alegría cuando dicen que han nacido otra vez.
Ciencia y Salud comienza con estas palabras: "Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones".Ciencia y Salud, pág. vii. Tener confianza en Dios nos permite aumentar nuestra confianza en nosotros mismos. Aprendemos que aunque alguien haya abusado físicamente de nosotros, esa persona nunca ha tocado nuestra identidad, nunca ha deshonrado a la verdadera sustancia de nuestro ser. Esto también nos permite liberarnos del odio y el enojo. Todo lo que se relacione con esos hechos, pierde su fundamento para nosotros. Comprendemos lo que dice la Biblia cuando declara que Dios hace nuevas todas las cosas. Véase Apoc. 21:5. Vivimos con una nueva confianza en nuestro ser sin mancha. Reconocemos que podemos recibir y expresar amor de una manera inteligente y con libertad.
Los cristianos hablan con mucha alegría cuando dicen que han nacido otra vez. Este nuevo nacimiento significa una vida que ve a Dios como su fuente. Reconoce el mensaje divino del Amor tan evidente en la vida de Jesús. Una serpiente no regresa para examinar la piel vieja que se le desprendió. Nosotros no tenemos que recordar las experiencias del pasado que nos lastimaron y preocuparon. Podemos regocijarnos en que el Cristo, la Verdad, nos ha hecho de nuevo. No estamos encadenados al pasado. La creciente percepción del amor y del cuidado de Dios nos libera de los viejos sentimientos que nos obsesionaban. A medida que el poder de la bondad, la pureza del Espíritu y la plenitud del Amor divino siga revelándose en nosotros, podremos demostrar la alegría que brinda este nuevo nacimiento.
Redactor Colaborador
...las primeras cosas pasaron.
He aquí, yo hago nuevas todas las cosas...
Escribe; porque estas palabras
son fieles y verdaderas.
Apocalipsis 21:4, 5