En 1986 completé mis estudios universitarios en una universidad especializada en la enseñanza. No sabía qué pasos debía dar para encontrar un buen trabajo. Mientras estudiaba, ya había ocupado un cargo de maestro en una escuela de la comunidad, pero no se consideraba como un empleo y su remuneración —como lo es ahora— era insignificante.
Entonces, decidí que antes de hacer planes para encontrar un trabajo, me iba a dedicar durante un año, a servir a Dios. Era miembro de La Iglesia Madre y me hice miembro de la Sociedad de Christian Science de Kinshasa-Kalamu.
La comisión directiva me nombró bibliotecario y ayudante de la Sala de Lectura. Acepté el nombramiento porque era una oportunidad que yo mismo había buscado para servir a Dios.
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