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Una corriente llamada "El Niño"

Del número de mayo de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Estos Últimos tiempos hemos oído hablar mucho de este fenómeno por el cual una corriente marina produce grandes alteraciones atmosféricas, y que mantiene a varios países en constante preocupación.

La publicidad que se le ha dado a esta corriente denominada "El Niño" ha provocado bastante angustia entre la gente. Las noticias, acompañadas de descripciones minuciosas de lluvias torrenciales, vientos huracanados y desastres, se presentan con tanta insistencia que se hace difícil descartarlas como "vívidas realidades".

Pero, ¿se puede acaso tratar a esas noticias desde otro punto de vista para traer una solución a este problema?

La Christian Science enseña que todos podemos volver los pensamientos del temor y desesperación hacia Dios, quien nos tranquiliza y da un sentido de paz por medio del Cristo. El Cristo es el mensaje de Dios a todos nosotros asegurándonos que ningún poder existe aparte de "Él", que es todo Amor. La Sra. Eddy, haciéndose eco de la comparación que la Biblia hace de la roca con el Cristo dice: "Basados así sobre la roca de Cristo, cuando la tormenta y la tempestad batan contra esta base segura, vosotros, bien resguardados en la firme torre de la esperanza, la fe y el Amor, sois los polluelos de Dios; y Él os ocultará bajo sus plumas hasta que la tormenta haya pasado".Escritos Misceláneos, pág. 152.

Desde hace unos años vivo en una isla del litoral de Brasil cuyo clima es sub-tropical, con períodos bastante prolongados de lluvia y con fuertes vientos que cambian de dirección sorpresivamente. Todos estos elementos forman parte del "medio ambiente" y la población los ve con naturalidad, de la misma forma, me imagino, que los habitantes de países con duros inviernos aceptan y esperan con naturalidad las nevadas.

Esta ciudad está construida sobre cerros, y algunos son bastante elevados. En diciembre de 1995, las lluvias fueron tan intensas que estas elevaciones sufrieron deslizamientos de rocas y tierra, lo que bloqueó el paso a todo vehículo. Finalmente, estas precipitaciones pararon después de cincuenta horas de continuidad.

Durante ese tiempo oré para obtener un mayor entendimiento de las verdades espirituales que sostienen a la creación de Dios, la cual siempre permanece segura. Vi que si bien podía leer y oír las noticias en los periódicos y en la TV, lo que era verdadero para Dios sobre toda actividad debía escucharlo en mi propia consciencia, donde la suave voz del Cristo me aseguraba: "todo está bien".

Finalmente, los trastornos que los pobladores de esta ciudad veníamos enfrentando cada vez que llegaban las lluvias fueron solucionados en esa ocasión. La Prefectura ordenó trabajos importantes para arreglar carreteras y caminos, ampliándolos, mejorando sus estructuras y perfeccionando el sistema de desagües para evitar la acumulación de aguas. Estas medidas adoptadas trajeron considerables beneficios a la comunidad.

Esto fue para mí otra prueba de la eficacia de la oración y del amor con que la Mente divina vela por toda Su creación. La Sra. Eddy, durante una de sus clases de instrucción de Christian Science, dijo a sus alumnos: "Nosotros, hoy, reunidos en esta aula, somos suficientes para convertir al mundo si somos de una misma Mente; pues entonces el mundo entero sentirá la influencia de esta Mente; al igual que cuando la tierra estaba sin forma, y la Mente habló y la forma apareció".Ibid., 279. Y Ema E. Newman, una de las alumnas que estaba presente en esta clase, explicó luego: "En vista de las aparentes condiciones actuales del mundo, cuán intensas deberían ser nuestras oraciones para que nosotros sus seguidores de hoy podamos demostrar esa única Mente".We Knew Mary Baker Eddy, pág. 95.

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