Hay Un Señor en Israel que va al Mar de Galilea a orar todos los días. Mientras ora, levanta un poco de agua ahuecando las manos y con ella se moja la cara. Esto no es una ceremonia ni una forma de bautismo personal. Es una acción sencilla y voluntaria que le hace recordar algo muy especial.
Dice que ese poco de agua contiene lo mismo que todo el Mar de Galilea. Y a medida que se moja la cara con el agua, reflexiona que el contenido de su oración forma parte de una totalidad mayor. Reconoce que cuando ora, él está en comunión con Dios, y que él es uno con el «bien total», que es Dios; su oración confirma su unión con todos los elementos del poder divino.
A veces puede que nos sintamos insignificantes y sin importancia —aislados y separados— aun en el ambiente febril del trabajo o en el seno de la vida familiar. La comprensión de nuestra unidad con Dios refuta la creencia de que algo se pueda interponer entre nosotros y el bien. Ésta es una oración que trae curación a la vida humana. Y la evidencia de que existe curación destruye la idea de que la oración no sirve para nada o que no valemos gran cosa.
La Christian Science explica que siempre estamos rodeados por el bien porque siempre estamos rodeados por Dios. Y Dios es Amor. Vivimos en la presencia espiritual viva del Amor divino. El libro de texto de la Christian Science lo expresa así: "Tal como una gota de agua es una con el mar, un rayo de luz uno con el sol así Dios y el hombre, Padre e hijo, son uno en el ser".Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 361.
Una de las maneras de ver a Dios es como la Mente divina. EI pensamiento elevado y la oración inspirada nos permiten comprender a la Mente. La permiten comprender a la Mente. La Mente divina siempre te ve como un ser espiritual, perfecto y sin defectos. Cuando se comprende esto, la vida se colma de bien.
Si escuchas a Dios, tu Padre y Madre divinos, en el silencio de tu pensamiento más recóndito, oirás Sus mensajes en la forma de pensamientos o ángeles. Dios te está bendiciendo con Sus mensajes. Nada puede obstruir ni limitar la corriente del bien celestial.
Una persona que llegó a comprender esto fue el líder hebreo Jacob. Su historia se cuenta en la Biblia. Véase Gén., capítulo 28. Empieza realmente mal: luego de quitarle con engaños la herencia a su hermano y mentirle a su padre, Jacob huye para salvar su vida yendo al desierto. Solo y afligido, privado de la comodidad de su casa, Jacob se hace una almohada con piedras y se duerme.
Entonces sueña algo hermoso. Su consciencia se llena de ángeles, que suben y bajan por una escalera que llega hasta el cielo. Dios le dice que la tierra sobre la que está durmiendo será un día suya y de sus hijos para siempre.
Cuando Jacob se despierta, se da cuenta de que le ha sucedido algo muy especial. Además de recibir esa promesa, está más consciente de la verdadera naturaleza de Dios, de que Él no se encuentra en un lugar específico, sino que está presente en todas partes. Dios estará con Jacob dondequiera que él vaya.
Con las piedras que había usado de almohada, Jacob hace un pilar sobre el que vierte aceite. En ese momento sagrado, Jacob promete que si Dios lo protege y permanece con él, regresará a la casa de su padre en son de paz. Y este deseo de ser bueno se cumple.
En un comentario sobre "la presencia inesperada de Dios", Dummelow, autor de la Interpreter's Bible dice: "iNo podría haber lugar o momento más improbable para que se manifieste Dios!, así al menos le parecía [a Jacob]" Luego agrega: "Jacob se da cuenta de que, aunque ha abandonado la casa de su padre... el Dios de su padre lo sigue protegiendo. En esas primeras épocas, se tenía la idea de que Jehová era el Dios de una nación, y no el Dios del universo... Jacob compartía la creencia de su época, y su idea de Dios, al igual que su carácter, se fue... purificando gradualmente".
Nunca aislado, jamás separado de Dios, tú eres uno con la Verdad y el Amor. Y eres bendecido por medio de tus oraciones.