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Salud restaurada y relaciones reconciliadas

Del número de junio de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi Familia Conoció la Christian Science cuando mi abuela fue desahuciada por los médicos después que le diagnosticaron un cáncer de estómago considerado incurable. Vivíamos en esa época en Guaramirim, a treinta y cinco kilómetros de Joinville, donde había una practicista de la Christian Science. Mi abuela fue llevada a casa de esa señora y permaneció allí unos días. Volvió completamente sana. Recuerdo que mi madre nos dijo: "Abuelita puede comer de todo, hasta frijoles". Nos sentimos muy agradecidos por esa curación.

Un día mi primita fue atropellada por un auto. Mi tía, aunque llevaba un delantal y estaba descalza, tomó el auto y llevó a la niña a la misma practicista. La pequeña permaneció bajo tratamiento de la Christian Science por algunos días, y estuvo bien. Fue así como esta religión se difundió entre mis tíos.

Una vez, hubo una epidemia de fiebre tifoidea en nuestro pueblo. Morían familias enteras y mi hermana fue atacada por esa enfermedad. La llevaron a la practicista y volvió a casa sana.

Mi madre encontraba respuestas y consuelo en la Biblia y en Ciencia y Salud, y en los pocos Heraldos que conseguía. Lo que siempre me impresionó fue su buena disposición; se dedicaba a la costura días enteros, y a veces noches, y cuidaba de sus nueve hijos con todo amor.

Y así, niños y adultos, sabíamos donde encontrar las soluciones para nuestros problemas. Pero era nuestra madre la que oraba, velaba y obraba con valentía, siempre confiando en el Amor divino. Nuestro remedio era la oración que ella hacía por nosotros.

En mi país existen muchos problemas difíciles relacionados con el matrimonio y sé que es importante compartir mensajes que apoyen la unidad de la familia. Espero, querido lector, que si tienes problemas en el hogar, puedas saber que "Dios es... nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" (Salmo 46:1). Dios es omnipotente, omnisciente y omnipresente, y "lo que Dios juntó, no lo separe el hombre" (Mateo 19:6).

Estuve separada por muchos años. Cuando mi marido y yo nos separamos, juramos no hablarnos nunca más ni perdonarnos. Sin embargo, cuando me volví Científica Cristiana, y comencé yo misma a estudiar y a aplicar esas enseñanzas, comprendí que sólo el Amor divino gobierna al hombre. Sentí la necesidad de que mi ex marido y yo nos perdonáramos. Fue una etapa muy difícil para mí, pero de gran crecimiento espiritual. Tuve que dejar de lado el orgullo. Pedí ayuda a una practicista y ella me dijo que oraría por mí y que todo saldría como Dios lo quería.

Un día, hablando por teléfono con mi ex marido, nos perdonamos mutuamente, gracias a Dios. Hasta volvimos a ser amigos. Pocos días después, me enteré de que mi ex esposo no se había sentido bien en el trabajo y había fallecido. Comprendí entonces el significado de esta experiencia. ¡Era imprescindible que nos perdonáramos mutuamente! En la página 340 de Ciencia y Salud encontré ideas que me ayudaron a sanar el pesar que sentía, y me hicieron comprender mejor mi identidad espiritual, como también el hecho de que en el Reino de Dios no existen las separaciones. Esta página incluye la siguiente declaración: "Un solo Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'; aniquila a la idolatría pagana y a la cristiana —todo lo que es injusto en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; establece la igualdad de los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido". ¡Qué respuesta bendita para mí!

Siento eterna gratitud por la Christian Science, pues fue así como aprendí que Dios es Amor y que nosotros reflejamos las cualidades de Su amor.


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