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Salud restaurada y relaciones reconciliadas

Del número de junio de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi Familia Conoció la Christian Science cuando mi abuela fue desahuciada por los médicos después que le diagnosticaron un cáncer de estómago considerado incurable. Vivíamos en esa época en Guaramirim, a treinta y cinco kilómetros de Joinville, donde había una practicista de la Christian Science. Mi abuela fue llevada a casa de esa señora y permaneció allí unos días. Volvió completamente sana. Recuerdo que mi madre nos dijo: "Abuelita puede comer de todo, hasta frijoles". Nos sentimos muy agradecidos por esa curación.

Un día mi primita fue atropellada por un auto. Mi tía, aunque llevaba un delantal y estaba descalza, tomó el auto y llevó a la niña a la misma practicista. La pequeña permaneció bajo tratamiento de la Christian Science por algunos días, y estuvo bien. Fue así como esta religión se difundió entre mis tíos.

Una vez, hubo una epidemia de fiebre tifoidea en nuestro pueblo. Morían familias enteras y mi hermana fue atacada por esa enfermedad. La llevaron a la practicista y volvió a casa sana.

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