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LA VISTA Y EL OÍDO

¿No quisiéramos poder ver y oír perfectamente, y saber que nunca perderemos estas facultades?

Del número de junio de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Lo Primero A Considerar es el papel que Dios desempeña en relación con la facultad de ver y oír, puesto que Dios es nuestro creador y sostenedor. El libro de Proverbios en la Biblia dice: "El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Jehová".  Prov. 20:12. La facultad de ver y oír nos la da Dios, el Espíritu divino, no la materia. La vista y el oído son facultades espirituales, no materiales. El mismo libro dice cuán sabio puede ser el juicio que se realiza con los "ojos" del discernimiento espiritual que Dios da al hombre: "El rey que se sienta en el trono de juicio, con su mirar disipa todo mal". Prov. 20:8. Un libro de interpretación bíblica lo explica así: "Él separa el mal del bien con sus ojos".The Interpreter's Bible, Vol. 4, pág. 897.

La verdadera visión consiste en discernir la pureza y la permanencia del bien de la creación de Dios, y la nada del mal. La verdadera audición consiste en que el bien es de Dios, quien le da permanencia, y que el mal no tiene creador ni nada que lo haga perdurable.

Esta facultad otorgada por Dios, de ver y oír espiritualmente, es la misma verdad que Cristo Jesús comprendió y utilizó para sanar a los que padecían de sordera y ceguera, víctimas de la creencia de que hay vida e inteligencia en la materia. Jesús enseñó que todos podemos utilizar las facultades espirituales que sanan. Mary Baker Eddy dice: "Hay más cristianismo en ver y oír espiritualmente que materialmente. Hay más Ciencia en el ejercicio perpetuo de las facultades de la Mente que en su pérdida. Éstas no pueden perderse mientras la Mente perdure. La comprensión de eso dio vista a los ciegos y oído a los sordos hace siglos, y repetirá la maravilla".Ciencia y Salud, pág. 487.

Reconforta saber que es el ejercicio de la facultad de ver y oír espiritualmente, y no la reparación material de los órganos, lo que se necesita para mejorar la visión y el oído físicos.

Dado que la vista y el oído verdaderos, es decir, el discernimiento y la comprensión provienen de la Mente, Dios, no sólo son espirituales sino también perfectos, porque la Mente divina es perfecta. Estas facultades ni aumentan ni reducen su perfección con el uso, sino que cuanto más las usamos, más sentimos su efecto sanador en nuestras vidas. Por medio de las enseñanzas de Jesús y la Ciencia divina del Cristo que él demostró, aprendemos a utilizar estas facultades para reconocer y percibir la naturaleza de Dios, Sus ideas y leyes espirituales. Ciertamente no podemos entender las cosas de Dios por medio de los sentidos físicos.

Por tanto, debemos utilizar cada vez más nuestra inherente capacidad espiritual para sentir y vivir el bien puro que está siempre presente, aunque los ojos y oídos materiales no lo puedan percibir. Esto significa que ante todo debemos volcar nuestra atención a Dios y Su Ciencia, mediante la oración. Al hacerlo, veremos que las facultades humanas mejoran notablemente.

Conozco a una mujer que, después de iniciar el estudio de la Christian Science, empezó a tener curaciones como resultado natural de discernir y comprender espiritualmente la Verdad para hacer frente a dificultades y limitaciones físicas. Sin embargo, pasaron varios años antes de que se le ocurriera emplear estas facultades espirituales para enfrentar su dependencia de los lentes para leer. Ella los había utilizado desde que era adolescente; sin ellos, las páginas aparecían borrosas y las letras eran difíciles de distinguir. También, le dolían los ojos y la cabeza. Un día se dio cuenta de que dependía de los lentes, una forma de materia, como si fueran muletas, en vez de ejercitar las facultades espirituales con que Dios la había dotado. Así, dejó de utilizar los lentes y aceptó a la Mente divina como la fuente de discernimiento, comprensión, perspicacia y salud. De allí en adelante desaparecieron los dolores de ojos y de cabeza, y conforme se apoyaba cada vez más en la Verdad y el Amor para ver claramente, se dio cuenta de que podía leer fácil y cómodamente durante el tiempo que deseara o necesitara.

Dios es el que lo sabe y lo ve todo, y es Amor. Lo que el Amor divino ve en cada uno de nosotros es Su propia imagen. Él ve al hombre como expresión de Su totalidad, santidad, misericordia, justicia, inteligencia, belleza y satisfacción. Él nos imparte Sus ideas para que las comprendamos y Sus leyes para que las obedezcamos, y así podamos ver y oír lo que Él sabe. Esto es lo que aprendemos de Dios cuando, por medio de la oración, dirigimos nuestros pensamientos a la Ciencia divina del ser.

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Es importante que durante la oración estemos mentalmente quietos y receptivos a la Verdad, la Vida y el Amor divinos. Refiriéndose a la necesidad de volver la espalda a los sentidos materiales al orar, la Sra. Eddy dice: "El Espíritu, Dios, se oye cuando los sentidos guardan silencio".Ibid., pág. 89.

El orar para comprender a Dios y Su creación, es ejercitar las facultades de la Mente, facultades que jamás pueden perderse. Cuanto más hagamos esto, más cristianos seremos y comprenderemos aún más la Ciencia divina. Y esto traerá curación a los ojos y oídos físicos, tanto a los propios como a los de nuestro prójimo.

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