Cuando Quedé sola con un pequeño de siete años, alejada del campo laboral por más de diez años, sin ingreso propio y con el orgullo herido, lejos estaba de imaginar que Dios me sostendría en todos los pasos que a continuación daría. Habiendo sido educada en una religión tradicional, creía con todo mi corazón en un Dios que, aunque lejano para mí, sabía que existía y rogaba a diario no me abandonara. Parecía que luchaba contra la corriente, ya que es habitual creer que los hijos varones con madres solas pueden sufrir trastornos de la personalidad. Maestros y un médico bien intencionado, al que esporádicamente llevaba a mi hijo, no se cansaban de repetirme que era necesaria una presencia masculina en el hogar. Aquí cabe aclarar que siempre fui reacia a dejar que otros decidan por mí, sobre todo en algo tan importante como la educación de mi hijo.
En ese entonces ya había comenzado la búsqueda de la Verdad, para lo que comencé a leer sobre diferentes religiones y filosofías, con un espíritu abierto y bastante crítico; incluso llegué a graduarme en cursos bíblicos. Al poco tiempo una amiga me dio Ciencia y Salud. Este libro confirmó las ideas que yo ya intuía, y otros conceptos que tenía acerca de la vida cambiaron totalmente. Se dieron vuelta como un guante.
Pasé por etapas de luchas. Tuve que vencer muchas creencias que tenía desde pequeña. Mi amiga, que me daba literatura de la Christian Science, me decía que leyera y que todas las cosas se irían acomodando. Si bien hubo temporadas en que leía y asimilaba los conceptos, no comencé a concurrir a una iglesia filial sino hasta cuatro años después.
También leía la Biblia y para sostenerme en mi soledad, me apoyaba en algunos pasajes del capítulo 54 de Isaías:"Tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre... Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré... Todos tus hijos serán enseñados por Jehová" (Versículos 5, 11 y 13). Además, estudiando el pasaje de Mateo (23:9) que dice: "No llaméis Padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos", supe que Dios era mi verdadero Padre-Madre, el de mi hijo y el de todos. De esta forma pude educarlo con valores espirituales y evitar que viviera con rencor, vergüenza y menoscabo de su personalidad.
Al saber cada vez más que Dios es Amor, que es el verdadero consolador, el verdadero proveedor, nuestras necesidades de estudios, de empleo y provisión fueron satisfechas de múltiples maneras. Durante todos estos años sané de diferentes afecciones. Una condición femenina que me producía hemorragias (había sido diagnosticada como fibroma), fue resuelta con la ayuda por medio de la oración de un practicista, y al comprender que, como dice Ciencia y Salud en la pág. 227: "La ilusión de los sentidos materiales, y no la ley divina, os ha atado, ha enredado vuestros miembros libres, paralizado vuestras capacidades, debilitado vuestro cuerpo y desfigurado la tabla de vuestra existencia".
El deseo de fumar que me acompañó por más de veinte años fue vencido el primer día que estudié la Lección Bíblica Semanal del Cuaderno Trimestral de la Christian Science; y jamás retornó para sorpresa de mis amigos y parientes. Además, enfermedades estacionales fueron vencidas en horas, y no falté a mi empleo en seis años ni un día por enfermedad.
Amo la literatura que publica The Christian Science Publishing Society y he leído muchas de sus publicaciones durante estos años. Mi gratitud no tiene límites, verdaderamente puedo decir que "He hallado la Verdad", como dice el Himno N° 64 del Himnario de la Ciencia Cristiana. Casi todos mis amigos están leyendo Ciencia y Salud, algunos de ellos concurren a la iglesia filial y han tenido un progreso admirable y un cambio fundamental en su vida.
Después de un largo caminar, siento que he anclado en Tierra Santa. Soy miembro de una iglesia filial y he tenido la maravillosa experiencia de tomar instrucción en Clase Primaria con un dedicado maestro de la Christian Science, donde quedó muy establecido para mí la magnificencia del bien y la nada del mal. He desempeñado diferentes cargos en la iglesia donde he podido poner en práctica cualidades como humildad, tolerancia, paciencia y perdón.
De la muchacha herida y avergonzada, y de su pequeño hijito, ya no queda nada. Envío esta expresión de gratitud, alentada por los numerosos testimonios que me ayudaron tanto. Es por la sobreabundancia del bien que he recibido, que mis palabras desbordan de entusiasmo. La Christian Science verdaderamente nos trae evidencias del Cielo a nuestra vida.
El Palomar, Buenos Aires
Argentina