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PROGRESO, UNA LEY DIVINA

Del número de junio de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"Y Cada Uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban ;y cuando andaban no se volvían". Ezequiel 1:12. Este fragmento del libro del profeta Ezequiel acerca de los cuatro seres vivientes, es uno de los pasajes bíblicos que más me llamó la atención cuando comencé a estudiar la Biblia, porque me llevó a considerar seriamente lo que significa caminar hacia adelante, o avanzar. Creo que todos anhelamos progresar. ¿Quién desearía retroceder o dejar de avanzar?

¿Cuál es el camino por el que avanzamos, y hacia dónde avanzamos? Para contestar estas preguntas es útil saber lo que Mary Baker Eddy dice acerca del progreso. Ella dice en Ciencia y Salud: "Cada día nos exige pruebas más convincentes y no meras profesiones de poder cristiano. Esas pruebas consisten únicamente en la destrucción del pecado, la enfermedad y la muerte por el poder del Espíritu, como Jesús los destruía. Ese es un elemento de progreso, y el progreso es la ley de Dios, cuya ley nos exige sólo lo que podemos cumplir con seguridad".Ciencia y Salud, pág. 233. Y estas palabras no son mera teoría, son el resultado de la experiencia que tuvo la Sra. Eddy como Descubridora y Fundadora de la Christian Science.

En la medida en que crece nuestra comprensión de Dios vemos pruebas de Su poder

Pensemos en esto: la demanda de progreso no es una ley dictada por un gobierno progresista, o por un consorcio de empresas multinacionales, ni por una organización en defensa de las libertades económicas y sociales. Es mucho más que eso: es la ley de Dios. Y a diferencia de la ley humana, esta ley es perfecta, justa, misericordiosa y sabia. Es perfecta porque Dios, la Mente, no puede concebir imperfecciones; es justa porque procede del Amor divino e imparcial; es misericordiosa porque "nos exige sólo lo que podemos cumplir con seguridad"; y es sabia porque nos conduce por el camino correcto, el de la Verdad. Este camino no es otro que el desarrollo de cualidades espirituales como el amor, la inteligencia, la perseverancia, la paciencia, el gozo. Y este camino nos lleva a ser testigos del Cristo, la naturaleza divina que se manifiesta a la consciencia humana. Cristo Jesús, que ejemplificó esta naturaleza, dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Juan 14:6.

¿Y hacia dónde avanzamos en este camino? Avanzamos hacia un mejor entendimiento de nuestro Padre, hacia el conocimiento de Dios y de Su idea, el hombre. Fue el conocimiento que Jesús tenía de Dios lo que le dio poder para enseñar, sanar y resucitar a los muertos. En la medida en que crece nuestra comprensión de Dios, vemos pruebas de Su poder, demostramos mayores capacidades y resistencia. Esto nos permite mirar hacia adelante con renovada esperanza, sabiendo que el progreso no depende de nosotros, sino de Dios. Alivia ese sentimiento equivocado de que el progreso de nuestro hogar, nuestra familia, nuestra iglesia, depende de nuestra capacidad personal finita. En cambio, cada uno de nosotros depende absolutamente de la ley de Dios y de su obediencia a ella.

Si nos sentimos apáticos acerca del estudio y la oración, esa apatía tendrá que ceder a la ley de Dios. Si en cambio estamos aprendiendo un poco más cada día acerca de las verdades científicamente cristianas y deseamos expresar en mayor medida la naturaleza de Dios, entonces no sólo veremos señales de progreso en nuestra vida, sino que también estaremos en mejores condiciones para ayudar a aquellos que están a nuestro alrededor.

Noticias de todo el mundo nos dan cuenta de inestabilidad económica, corrupción moral, sistemas de educación deficientes, etc. Por ejemplo, oímos decir: "Es imposible progresar en mi país. No hay libertad económica, no hay oportunidad para la iniciativa privada. Los impuestos son muy elevados y dependo irremediablemente de este sistema. ¿Cómo puedo progresar?" La respuesta la encontramos cuando logramos reemplazar esa dependencia de circunstancias humanas por una mayor dependencia de Dios y de la ley divina. Entonces comienza el progreso espiritual. Encontramos mayor confianza y seguridad al mirar hacia adelante, sin retroceder. Como dijo el Maestro: "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios". Lucas 9:62. Claro está, nosotros tenemos la responsabilidad de ceder a esa ley en pensamiento y acción; pero la disposición para ceder a la guía de Dios viene en forma natural en la medida en que profundizamos nuestro entendimiento espiritual.

Mi propia experiencia

Pude comprobar por mí misma que ceder, sin ansiedad o duda, a la ley divina, trae un progreso espiritual y práctico en nuestra vida. Hace más de viente años, cuando mis hijos eran pequeños, la inestabilidad laboral en mi país hizo que tuviera que recurrir a la fuente de toda provisión, al Gran Dador. Yo deseaba ayudar económicamente a mi familia, pero no quería desatender el cuidado de mis pequeños. Deseaba permanecer en mi hogar. Recuerdo que durante semanas mis noches transcurrían en oración profunda y persistente esperando una respuesta del Altísimo. La respuesta no se hizo esperar. Percibí que debía hacer un balance de mis conocimientos y capacidades al momento. Había tenido diez años de experiencia en una gran empresa, y esto me podría haber dado una oportunidad para un nuevo empleo, pero eso no era lo que yo deseaba. Había realizado, además, cursos de artes plásticas, pero consideré que dedicarme a esa actividad podría haber sido una solución a largo plazo. Yo necesitaba una solución inmediate y práctica. Así fue como decidí compartir los conocimientos que había adquirido en un instituto especializado donde me habían capacitado para cortar y confeccionar todo tipo de prendas de vestir. Fue una experiencia muy especial. En poco tiempo me encontré enseñando lo que había aprendido a grupos de personas realmente interesadas en el tema, y pude dedicarme con éxito a esta actividad hasta que se resolvió el problema económico de mi hogar.

Me he dado cuenta de que es de suma importancia buscar el progreso espiritual, ya que la espiritualidad es lo que hace que el progreso sea permanente y sustancial. La ansiedad y el temor al fracaso o a la pérdida, proceden de metas materialistas, basadas en un concepto finito de la existencia. Dios, el Espíritu, impulsa el verdadero progreso. Él en verdad guía nuestros pasos hacia adelante, y el Espíritu divino nunca nos alentaría a volvernos en la dirección contraria, hacia la materia.

Es de suma importancia buscar el progreso espiritual...

Cristo Jesús explicó este camino de progreso espiritual cuando dijo: "¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? ...Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas". Lucas 12:25, 31. Cuando ponemos en primer lugar nuestro progreso espiritual obtenemos de modo natural lo que necesitamos en nuestra vida.

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