Estoy muy feliz de que mis padres hayan encontrado la Christian Science. A mi madre le habían pronosticado que se quedaría totalmente ciega, y eso hizo que ella buscara curación.
Mis padres hablaron sobre esto con un amigo de la familia que era médico. Él les sugirió que visitaran a una prima de mi madre que había sido sanada de una prolongada enfermedad por la Christian Science, y que valía la pena que mi madre la probara.
Cuando mis padres visitaron a esta prima, ella les habló de Ciencia y Salud, que explica qué es el Cristo y habla del inmenso amor que Dios tiene por todos Sus hijos. Además les aseguró que Dios jamás castiga al hombre, Su reflejo, y que siempre bendice a todos. A la mañana siguiente, cuando mi madre miró por la ventana, pudo ver claramente los rayos de las ruedas de los sulkys y calesas que pasaban frente a la casa, y también pudo reconocer a la gente que caminaba por la calle. Fue el entusiasmo que manifestó su prima al hablarle de la inspiración que obtuvo al leer Ciencia y Salud, lo que la había sanado. Mi madre contaba que después de sanar se sentía como el ciego a quien Cristo Jesús sanó, cuando dijo: "Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo" (Juan 9:25).
El único agente sanador que he conocido es Dios.
Una curación más reciente ocurrió cuando fui a esquiar con nuestra hija y nietos. Había subido con el carril elevador para regresar esquiando en bajada y luego encontrarme con mi familia. Al ir bajando me sentía cansado, y también preocupado por temor a no llegar a tiempo a encontrarme con ellos, pues habíamos planeado salir a caminar. De repente me fui contra un banco de nieve, y al caer oí un ruido que me llenó de temor. Tenía un dolor muy intenso en la rodilla y me resultó muy difícil volverme a parar sobre los skies, pero continué bajando. Me vino este pensamiento de The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany por la Sra. Eddy: "Recuerda, no te pueden llevar a situación alguna, por más grave que sea, en la que el Amor no haya estado antes que tú y en la que su tierna lección no te esté esperando. Por lo tanto, no desesperes ni murmures, porque aquello que procura salvar, sanar y librar, te guiará, si buscas esta guía" (págs. 149-150). Y yo ciertamente estaba pidiendo y buscando la guía de Dios.
Pude encontrarme con mi hija, y fuimos a caminar como teníamos pensado. Aunque el dolor en la rodilla continuaba, yo vigorosamente insistí en esta verdad: No hay Verdad en una mentira. Soy hijo de Dios. No soy un hombre mortal y material que pueda causar daño o ser herido.
Continué diciéndome: Soy la imagen y semejanza de Dios, y puedo hacer todo lo que es necesario sin dolor o efectos adversos. Esta oración me sostuvo durante el viaje de dos horas de regreso a casa de mi hija. Cuando llegamos ayudé a bajar el equipo, y luego de cenar me retiré para estar tranquilo y orar.
El dolor continuaba pero pude seguir orando, y luego dormí bien durante la noche. Esto ocurrió un lunes. Oré diligentemente para saber que Dios es mi Padre-Madre y para sentir Su poderoso y tierno cuidado. El miércoles por la noche como siempre mi familia asistió a la reunión de testimonios, y yo también estaba esperando ese momento. Entré en la iglesia caminando con cuidado. Al tratar de ponerme de pie para cantar el primer himno, sentí como si una luz se hubiera encendido. La rodilla dejó de doler, y me puse de pie y me senté sin dolor. Ese fue realmente un servicio sanador. Me sané por completo, y desde entonces e ido a esquiar muchas veces sin ningún problema.
Estoy inmensamente agradecido por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial.
Prairie Village, Kansas,
EE.UU