En Un Período muy corto de tiempo presencié las siguientes situaciones:
1. La empleada de un banco, al hablar con alguien sobre las inversiones, concluyó sus comentarios, que por lo general son muy positivos, diciendo: "El problema con este tipo de inversiones es que no se puede predecir el curso que va a tener el mercado".
2. Una atractiva descripción de una excursión por un volcán en un lugar muy pintoresco, concluyó: "Lo que tiene de malo esta ruta es que uno puede perder fácilmente el sentido de orientación debido a las nubes que se forman de repente".
3. En una reunión sobre el proyecto de hacer un nuevo parque en el centro de la ciudad, dijeron: "A pesar de todos los aspectos positivos, va a ser un verdadero problema para residentes y los camiones de reparto".
Parece como si todo lo bueno tuviera un lado malo. Y a menudo parece necesario preguntar acerca de los aspectos negativos. Los pros y los contras, el bien y el mal, es como si siempre tuvieran que estar juntos como si fueran hermanos y hermanas. Y como dice un dicho popular: "Donde hay luz, también hay sombra".
El bien y el mal no se mezclan
Mary Baker Eddy fue una estadounidense que buscó el camino, y alcanzó renombre mundial por haber fundado la Christian Science, así como el diario The Christian Science Monitor, respetado internacionalmente. Ella observó con detenimiento los avances y cambios que se producían en el mundo durante su vida, y aplicó en ellos las leyes espirituales que le fueron reveladas a través del estudio de la Biblia. En sus escritos a menudo habla acerca de la aparente mezcla que existe entre el bien y el mal, la salud y la enfermedad. En Ciencia y Salud ella dice: "Como Dios, el bien, está siempre presente se deduce en la lógica divina que el mal, el supuesto contrario del bien, nunca está presente".Ciencia y Salud, pág. 72.
La creencia de que el bien y el mal coexisten, está basada en el testimonio de los cinco sentidos físicos. Muchos ejemplos prueban cuán engañosos, limitados y, por lo tanto, inciertos, son estos sentidos. La percepción que se basa únicamente en el punto de vista de esos sentidos limitados, no puede percibir los hechos verdaderos. De acuerdo con la lógica obviamente falsa que acepta la mezcla del bien y del mal, Dios, el bien absoluto, tiene que tener un opuesto, y los resultados de orar a una entidad tan mezclada serían muy inciertos. Pero estas suposiciones son ilógicas. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy explica: "El Espíritu, Dios, es infinito, todo. El Espíritu no puede tener opuesto". Ibid., pág. 278. Hoy en día, mucha gente está de acuerdo con la declaración, o mejor dicho con la ley divina, de que Dios no tiene opuesto.
Dado que Dios, el Espíritu, no puede ser percibido como es debido con los cinco sentidos físicos, la consecuencia inevitable es que sólo lo podemos conocer totalmente mediante el sentido espiritual. El sentido espiritual ama, comprende y experimenta sólo el bien. Por lo tanto, está consciente de la presencia de Dios. La oración nos lleva a ejercitar el sentido espiritual. La oración confirma y apoya el testimonio del sentido espiritual, que procede de una sola causa primaria. Esta causa es buena y sólo envía el bien. Es sólo cuando creemos que la oración está sujeta a la supuesta mezcla del bien y del mal —una suposición puramente hipotética— que pareciera haber oraciones eficaces, menos eficaces o ineficaces. Pero así como podemos claramente rechazar la idea de que pueda existir un Dios medio bueno, también podemos dejar de lado la idea de que la oración nos revela algo que sólo puede ser medio bueno o ineficaz.
Una nueva comprensión
Un enfoque más espiritual de la oración, como la explica y define la Sra. Eddy en Ciencia y Salud, es mucho más profundo que una charla con Dios sobre lo que nos preocupa o una lista de deseos materiales. He aquí una cita de Ciencia y Salud sobre lo que es realmente la oración: "La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios —una comprensión espiritual de Él, un amor desinteresado". ibid., pág. 1.
Por más opresiva que parezca ser una situación —ya sea que una persona esté buscando sanar de una enfermedad desde hace muchos años, o ser consolada de aflicción— la oración nos exige que dejemos totalmente de lado los puntos de vista erróneos que presuponen que hay una mezcla de lo material con lo espiritual, y que nos apartemos del concepto errado acerca de la eficacia de la oración. El "amor desinteresado" del que habla la Sra. Eddy, nos permite terminar con el tedioso ciclo del temor, la incapacidad y la decepción, y elevarnos hacia lo absoluto, el único punto de vista que tiene Dios. Para Él el problema, cualquiera sea su nombre, nunca existió y por lo tanto no tiene poder ni efecto. Una manera de ver la realidad que surge de la unidad del hombre con Dios y respeta los hechos de la creación perfecta, ve a la persona que ahora parece estar sufriendo de enfermedad o temor, como la idea perfecta, pura y libre de Dios. Lo que parece a los sentidos físicos una curación (es decir, el fin de una condición carente de armonía), es la aparición consciente de la manera divina de ver la realidad, la que no conoce problemas ni el dualismo del bien y el mal.
No hay alternativa, ni nada que se oponga, a nuestra unidad con Dios
La curación es cambio
Lo que se presenta ante los sentidos físicos como curación es el resultado de una transformación espiritual, el cambio de perspectiva, que trae necesariamente la oración. Se puede decir que cuando comenzamos a orar empieza a desaparecer el problema.
La oración en su sentido más elevado significa privar al dualismo de toda forma de influencia, legitimidad o autenticidad que pueda reclamar. Este apartarse de los puntos de vista temporales y mortales también excluye toda supuesta necesidad de tener largos períodos de recuperación o cualquier sugestión de que algo es incurable.
No nos demoremos
Si recurrimos al Padre Nuestro —la oración que Cristo Jesús dio al mundo— para superar el pecado, la enfermedad y la muerte, descubrimos que ni el tiempo ni el fracaso tienen lugar en él. "Venga tu reino", dice la primera frase de la oración. Para el individuo este "reino" puede ser reconocido en un momento dado de salud, paz o seguridad. Este pensamiento es interpretado por Mary Baker Eddy de la siguiente manera: "Tu reino ha venido; Tú estás siempre presente". ibid., pág. 16. Una certeza absoluta, una confianza invariable reside en este reconocimiento, donde no hay necesidad de espera, retraso ni fracaso.
¿Acaso no se reiría usted si el final del Padre Nuestro fuera: "Y ahora, rápido, volvamos a los viejos temores"? Es muy lógico y natural permanecer en las alturas del pensamiento iluminado que ha percibido "el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos". No hay alternativa ni nada que se oponga a nuestra unidad con Dios. Y la oración que nos eleva para que percibamos esa unidad, es eficaz y carece de limitaciones. Llenos de confianza, podemos esperar que nuestras oraciones sean eficaces y produzcan cambios porque nos dirigen hacia el punto de vista divino. Esa es una oración con efecto.