Una Noche, Después de que lo habían acostado en su camita, Andrés entró en el dormitorio de sus padres para decirles que estaba asustado de los monstruos que había en su habitación. La mamá le dijo que dejara a los monstruos fuera de su pensamiento y pensara en la amorosa presencia de Dios, que estaba allí mismo junto a él. Le recordó cómo se había divertido con sus amigos esa tarde en el parque y en el zoológico, y le dijo que pensara en esas cosas tan agradables dándole gracias a Dios. Andrés volvió a su habitación, prendió la luz y empezó a hablar consigo mismo.
Después de dejarlo solo por unos minutos, la mamá entró para ver qué hacía. Al cruzar el vestíbulo, pudo escuchar lo que decía: "Los monstruos no existen. Dios es Amor y el amor está aquí mismo, a mi alrededor".
Andrés estaba sentado sobre su litera y tenía en sus manos Ciencia y Salud y un globo terráqueo. Había tomado Ciencia y Salud porque sabía que en el libro se hablaba de la presencia todopoderosa de Dios y de Su bondad; también hablaba de la nada del error o el mal. A pesar de que todavía no sabía leer todas las palabras del libro, la mamá le había leído muchas veces del libro y sabía que contenía la verdad que la daba consuelo.
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