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A tres niños de São Paulo...

Del número de julio de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Queridos Amigos, nunca los olvidaré. Los tres agachados en la entrada de la Plaza de la República, riéndose. Uno de ustedes estaba sentado en la vereda, agarrándose los dedos de los pies. Los otros estaban acurrucados bajo un árbol enorme. Podrían haber sido mis hijos.

!Tenía tantas ganas de hablarles! Pero no hablo portugués. Además, la gente dice que a los "chicos de la calle" no les gusta hablar con extraños.

Cuando al cabo de media hora mi amiga y yo volvimos a pasar por donde ustedes estaban, realmente me sorprendieron porque los vimos profundamente dormidos. A pesar de las motocicletas, camiones, autos, bicicletas, música y miles de personas haciendo ruido alrededor de ustedes...

Deben de estar muy cansados —le dije a mi amiga.

No, —me contestó—. Deben de haber tomado algo para quedarse así. Tal vez pegamento para muebles. Dormirán todo el día, y buscarán comida en la basura por la noche.

Al oír eso me embargó mucha tristeza. Ya sé. Ustedes dirán: "No te preocupes. No nos va tan mal. Estamos mejor que si nos hubiéramos quedado en casa". Pero aun así yo siento mucha pena por ustedes. Y también por todos los niños como ustedes que hay en el mundo.

En los Estados Unidos también hay jóvenes que no tienen hogar. Incluso en Boston, donde yo vivo. No tienen familia, y a veces ni siquiera comida. Sólo tienen drogas baratas que los hacen escapar por un rato de la vida tan amarga que llevan. Es muy probable que como ustedes, ellos también sean carteristas o recurran a la prostitución para seguir viviendo.

El bien está dondequiera que ustedes estén, porque Dios, está allí.

Pero realmente quiero preguntarles algo. ¿Acaso no hay una manera de salir de todo esto?

Yo creo que la respuesta es Sí. Y así piensa mucha gente en Brasil. Como los representantes en el congreso que luchan por ustedes, y las organizaciones que ayudan a los niños de la calle. Pero lo que realmente importa es que ustedes crean que hay una salida. Una salida que es buena para ustedes y para todos.

Un antiguo Presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek, creía tanto en el progreso, que les construyó una capital magnífica, Brasilia, en la llanura central, en una tierra vacía llena de serpientes de cascabel. Y la construyó en tan solo cuarenta y ocho meses. Hoy en día, su estatua en Brasilia mira hacia el futuro y dice a todos que deben creer en las posibilidades del bien.

Cuando hablo acerca del bien, no me estoy refiriendo solo a cosas materiales. Me refiero a un bien que está en lo profundo de su ser, y que puede alegrar sus corazones. El bien que les hace saber que su vida tomará el camino correcto. Este tipo de bien es poder. Un poder que va más allá de cuanto puedan ver con sus ojos u oír con sus oídos. Es el poder espiritual. Creer en este tipo de bien les da poder. Poder para cambiar las cosas malas, para hacerlas desaparecer para siempre. Poder para hacer que las cosas sean mejores para todos.

Este tipo de bien nunca se detiene, porque proviene de Dios, el Amor universal. El mal no puede levantarse en contra de esta fuerza del todo poderosa. Yo sigo una forma de vida que se llama Christian Science,* el cual dice que el creer y confiar en el bien —en Dios— con todas tus fuerzas, es orar. Y me enseña: "En todo momento, y bajo toda circunstancia, vence con el bien el mal".Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 571. Cualquiera puede orar de esta manera. Ustedes también pueden. Y ocurrirán cosas maravillosas. Me gustaría poder estar con ustedes para verlas.

El bien está dondequiera que ustedes estén, porque Dios, está allí. Si realmente buscan este bien, lo encontrarán. Tal vez en la canción de un loro, o en un amigo que comparte su comida con ustedes. O en la paz maravillosa y profunda que de pronto tienen en su interior.

Cuando sienten que Dios está con ustedes, aunque sea por un momento, oyen la promesa de que recibirán todo el bien. Una promesa de que Dios siempre los ama y los cuida, y que nunca, nunca, los olvidará.

Hasta muy pronto. Con mucho cariño,

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