Conocí La Christian Science hace unos quince años. Sin embargo, hubo una gran lucha en mi conciencia antes de que pudiera aceptar sus enseñanzas. Durante largo tiempo capté más la letra que el espíritu y por años mi pensamiento estuvo oscurecido por sentirme inferior y despreciable.
En mi familia, mi padre y mi abuelo habían sufrido de una enfermedad mental diagnosticada como estado maníaco depresivo, y durante años había creído que ése también sería mi destino. Procurando resolver el problema, mi madre me daba medicamentos y me llevaba una vez por semana al psiquiatra. Nunca se nos dio la esperanza de una recuperación completa; tan sólo podíamos esperar controlar la situación en cierta medida.
Cuando mi padre falleció de improviso durante mi último año de secundaria, mi madre cayó en un estado de depresión y temor. Así fue como tuve que cuidar de ella, aun cuando yo misma estaba tratando de sobreponerme a la pérdida. También enfrentaba serios desafíos por mi propia salud mental.
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