Como la niña, preocupada de que el viento iba a cesar si los árboles dejaban de agitar sus ramas y sus frágiles troncos de balancearse, muchas veces miramos hacia las consecuencias en busca de causas.
Sucede algo así cuando nos preguntamos qué pasa cuando la vida se termina, o a dónde vamos cuando morimos. La respuesta que realmente va a satisfacernos está en otra dirección, cuando dejamos de creer que vamos a morir y miramos hacia la realidad absoluta de la vida.
Este número pone su enfoque en la continuidad de la vida. Los artículos y testimonios de curación muestran el efecto renovador y sanador que toma lugar cuando comenzamos a vislumbrar que hay una causa superior, espiritual y del todo buena. Esta causa es Dios, que en su amor nunca ha dejado de cuidar de nosotros.
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