¿Sabías que la Biblia nos cuenta de muchos niños y jóvenes que hicieron grandes cosas porque amaban a Dios y escuchaban lo que les decía?
Uno de esos niños fue Samuel. Puedes leer sobre él en los dos libros de la Biblia que llevan su nombre. Ésta es su historia.
La madre de Samuel, Ana, no había podido tener hijos durante mucho tiempo, y estaba muy triste por ello. Un día, Ana oró a Dios con todo su corazón. Le prometió que si tenía un hijo, ella se aseguraría de que ese hijo dedicara su vida al servicio de Dios. Su oración fue contestada y ella tuvo un varoncito y lo llamó Samuel.
Cuando Samuel era aún un niño, su madre lo llevó al tempo para que se quedara con Elí, el sumo sacerdote. Elí le enseñaría todo sobre las leyes de Dios. Samuel era muy obediente.
Una noche, cuando Samuel estaba durmiendo, Dios lo llamó. Samuel pensó que era Elí el que lo llamaba, de modo que corrió a verlo para saber qué necesitaba. Pero Elí le dijo que no lo había llamado. Samuel se fue a dormir, y Dios lo llamó nuevamente. Una vez más, Samuel corrió a Elí. Finalmente, Elí comprendió que era Dios el que llamaba a Samuel. Entonces le dijo a Samuel que si Dios lo llamaba otra vez, él debía escuchar el mensaje de Dios. Dios llamó a Samuel por tercera vez. En esta ocasión Samuel dijo: "Habla, porque tu siervo oye". 1 Samuel 3:10. Dios le dijo a Samuel que los hijos de Elí no se comportaban bien.
La mañana siguiente, Elí le preguntó a Samuel qué le había dicho Dios. Imagínate lo avergonzado que se sintió Samuel al tener que decirle a Elí acerca de sus hijos. Pero Elí aceptó con humildad las palabras de Dios. A partir de ese día, Samuel fue cada vez más respetado por los israelitas como un profeta del Señor. Un profeta es alguien que ve y escucha espiritualmente y sabe el buen plan que Dios tiene para Sus hijos. Samuel se hizo tan famoso que la gente venía de todas partes de Israel para pedirle consejo. Por esta razón, lo llamaban "juez".
Cuando Samuel fue adulto, el pueblo de Israel le pidió que fuera su rey y los gobernara. Samuel les dijo que perderían su libertad si eran gobernados por un rey. Samuel pensaba que debían ser leales a Dios y confiar en Su guía. Pero el pueblo se negó a escuchar a Samuel. De modo que Samuel oró para saber qué hacer y cómo encontrar un rey. Dios le dijo que el hombre correcto vendría a él. Sería alguien de la tribu de Benjamín.
Por esa época, un hombre joven llamado Saúl, de la tribu de Benjamín, fue enviado por su padre a buscar unas asnas que pertenecían a la familia y que se habían perdido. Las asnas eran una posesión importante en Israel, y perderlas era como perder un automóvil hoy en día.
Saúl buscó en todas partes pero no las encontró. Entonces llegó a Ramá, la ciudad donde vivía Samuel y fue a pedirle ayuda al profeta. Samuel supo de inmediato que Saúl era el hombre del que Dios le había hablado. Le dijo a Saúl que él sería el primer rey de Israel. Esto sorprendió mucho a Saúl. Pero estaba dispuesto a servir a Dios y a su pueblo, y con mucha humildad aceptó su nueva responsabilidad. A propósito, ¡también encontraron las asnas que se habían perdido!
Entonces Samuel vertió aceite sobre la cabeza de Saúl y le dijo que era rey. Al verterle aceite, Samuel estaba poniendo bien en claro que Saúl había sido elegido por Dios.
Saúl se esforzó mucho por ser un buen rey. Cuando la ciudad de Jabes estaba en manos de los amonitas, Saúl reunió a todos los hombres israelitas para liberar la ciudad, y vencieron a los amonitas. Fue una gran victoria. Hizo que los israelitas quisieran mucho a Saúl, y lo coronaran públicamente como su rey.
Saúl también pasó mucho tiempo peleando contra los filisteos. Los filisteos se la pasaban invadiendo la tierra de los israelitas. Antes de una de las batallas, Samuel le pidió a Saúl que esperara siete días, entonces Samuel vendría y haría una ofrenda a Dios. Al final del séptimo día, Samuel tardó un poco más en venir, y Saúl decidió hacer él mismo la ofrenda. Esto fue un gran error. Cuando llegó Samuel, dijo que Saúl no había escuchado el mandato de Dios. Ya no sería un gran rey. Y otra familia gobernaría Israel.
Saúl comenzó a desobedecer a Dios de otras maneras también. Hasta recurrió a la brujería para averiguar cuál sería su futuro, en lugar de confiar solo en Dios. De modo que Dios le dijo a Samuel que era hora de buscar otro rey. Aunque Saúl había sido elegido por Dios, su desobediencia lo había hecho caer de la gracia.
El mes siguiente en el Heraldo/Sentinel, podrás averiguar quién fue el nuevo rey. También leerás las grandes cosas que realizó este nuevo rey, con su valor y confianza en Dios.
