Estoy Seguro de que conoces la canción de Elvis Presley "El Hotel de los Corazones Destrozados". Pero, por asídecirlo, ¿te has hospedado enese hotel alguna vez? Yo sí. Felizmente, pude salir de allí muy pronto, cuando recurrí a Dios.
Un verano, conocí a una muchacha en una ciudad bastante alejada de mi casa. Yo tenía unos veinte años. Cada vez que me encontraba cerca del lugar donde ella vivía, pasábamos mucho tiempo juntos y llegamos a tener una relación muy estrecha. Me enamoré y pensaba en ella todo el tiempo. Pero un día, después de haber estado ausente durante algunas semanas, fui a visitarla y me encontré con la noticia de que no quería verme más. Tenía otro novio. Quedé destrozado.
Comencé dando gracias a Dios por estar conmigo allí mismo, por consolarme, por ayudarme, por amarme.
¿Acaso sólo el tiempo puede sanar ese tipo de situaciones? No. He aprendido que el tiempo no sana absolutamente nada. No obstante, cuando recurrimos a Dios en oración, aunque se trate de algo emocionalmente devastador, la situación puede sanar. Primero, me sentí tentado a tratar de escapar del problema, en lugar de enfrentarlo. Pensé pasar la tarde en el cine, pero yo sabía que eso no iba a resolver las cosas. Por lo tanto, decidí recurrir a Dios en ese mismo momento.
Fui a un parque cercano para estar solo y orar. No sabía de qué manera se resolvería este problema, pero había algunas cosas que sí sabía y empecé con ellas. Yo sabía que Dios estaba conmigo. Aunque en ese preciso instante no sentía Su presencia, yo sabía que Él estaba allí, gracias a lo que había aprendido sobre Su eterna presencia en la Biblia. Por ejemplo, Jeremías dice: "¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?" Jeremías 23:24. Yo había aprendido que Dios está más cerca de mí que el aire que respiro. Mary Baker Eddy describe lo cercano que Dios está de nosotros, con estas palabras: "Tal como una gota de agua es una con el mar, un rayo de luz uno con el sol, así Dios y el hombre, Padre e hijo, son uno en el ser".Ciencia y Salud, pág. 361.
También sabía que Dios no había producido este sufrimiento emocional tan doloroso. Debido a que Dios es totalmente bueno, Él proporciona sólo el bien. Por lo tanto, sabía que no había sido Dios quien me había conducido equivocadamente, sino que había sido yo quien había tomado una dirección equivocada en mi modo de pensar.
Había aprendido que la bondad de Dios y Su ley de amor están continuamente en operación. Y si obedecemos a Dios, si cada uno de nuestros pensamientos provienen de Él, entonces nuestra vida está llena de felicidad y paz. El sufrimiento se presenta cuando nuestros pensamientos no vienen de Dios, cuando son opuestos a la naturaleza de Dios, llenos de egoísmo, envidia y desesperación. Pero aun cuando esto se produzca, el sufrimiento nos hace volver a Dios, al bien, al Amor y a la Verdad.
Es por eso que tenía que descubrir dónde se había desviado mi pensamiento. Entonces podría corregir mi manera de pensar y sentirme bien otra vez. También sabía que por más lejos que me hubiera desviado, Él me guiaría de regreso. Ese fue mi punto de partida.
Comencé dando gracias a Dios por estar conmigo allí mismo, por consolarme, por ayudarme, por amarme. Aunque al principio no sentía ninguna de estas cosas, sabía que eran una realidad. Y afirmé esta verdad porque deseaba sentirla. Jesús nos dice: "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Juan 8:32. Yo deseaba desesperadamente ser libre.
Caminé por el parque, recurriendo a Dios con todo mi corazón en busca de una respuesta, y la respuesta vino. Fue este versículo de Eclesiastés: "He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá". Eclesiastés 3:14. Sentí que esto era un mensaje celestial, un pensamiento angelical que venía de Dios.
Expresé gratitud a Dios con todo mi corazón. Estaba muy agradecido por este mensaje, aunque todavía no sabía qué relación tenía con mi situación. Simplemente, me sentía feliz porque estaba comenzando a percibir mi comunión con Dios. Comenzaba a sentir que estaba conmigo y eso me daba esperanza. Fue como estar en una cueva totalmente a oscuras, buscando una salida, y de pronto distinguir un pequeño rayo de luz. Aún no se sabe dónde está la apertura, ni cómo llegar a ella, pero sí se sabe que hay una salida de la cueva, y uno empieza a confiar en que la encontrará.
Después de agradecer a Dios Su mensaje, comencé a orar para obtener una mayor percepción espiritual, prestando atención al significado de este versículo y la relación que tenía conmigo. Empecé a comprender que me sentía deprimido y desilusionado porque veía a esta muchacha como la fuente misma del bien, la fuente de mi plenitud, y ahora se había marchado. En cierto sentido, la había convertido en mi dios. Como mencioné, pensaba en ella todo el tiempo, incluso más de lo que pensaba en Dios.
La verdad que Dios me estaba diciendo con ese mensaje del Eclesiastés era que Él era la única fuente, "todo lo que Dios hace será perpetuo", y que a todo aquello que Él crea nada se le puede añadir ni quitar. "Sobre aquello no se añadirá ni de ello se disminuirá". En otras palabras, esta muchacha, personalmente, no me había añadido nada. Juntos habíamos expresado la bondad de Dios como Su imagen y semejanza, y ninguna partícula de esa bondad había desaparecido. Había venido de Dios y permanecía con nosotros. También estaba percibiendo que todo el bien que puedo llegar a tener, proviene de dentro de mí, de mi consciencia. El verdadero bien que yo había sentido al estar junto a esta muchacha, era en realidad mi propia plenitud como hijo perfecto de Dios. Dios nos hace completos a todos. No se requiere otra persona para hacer que nuestra vida sea así. En este caso, el haber estado juntos contribuyó a poner de manifiesto el bien que ya estaba en cada uno de nosotros. En lugar de considerarme incompleto, y a merced de otra persona para sentir mi plenitud, comencé a despertar al hecho de que siempre soy un ser completo.
Poco a poco pasé de un estado de depresión debido a una pérdida, a un sentimiento de gratitud por lo que había ganado. Ahí mismo sentí que se producía la curación. En el transcurso de dos horas pasé de un estado de total devastación emocional, a una felicidad casi completa. Había salido del Hotel de Corazones Destrozados.
Hay algo más para agregar a esta historia. Debido a que esta curación había sido tan rápida y tan asombrosa para mí, quise someterla a una prueba final. Si podía sentirme en paz aun al volver a ver a esta muchacha, entonces sabría con certeza que me había sanado por completo.
Ella trabajaba en un restaurante cercano al parque, de modo que me dirigí hacia allí. Me senté junto al mostrador y cuando la vi, pude amarla sinceramente como la hija de Dios que en verdad era. No me asaltaron sentimientos de tristeza ni me sentí ofendido, a pesar de que ella prácticamente me ignoró. Pude abandonar esta relación sabiendo que ambos nos habíamos beneficiado de los momentos que habíamos pasado juntos. Me marché del restaurante sin que me perturbara el pensamiento de que probablemente no la volvería a ver nunca más.
En el transcurso de dos horas pasé de un estado de total devastación emocional, a una felicidad casi completa.
Dios verdaderamente nos ha creado completos a cada uno de nosotros. Nos ha dado todo lo que podemos llegar a necesitar y nos revela esto en todo momento. Si queremos ser felices, debemos permanecer conscientes de que Dios es la fuente de todo el bien verdadero que la gente, las cosas y las experiencias, representan para nosotros.
