En La Escuela Dominical de una iglesia protestante ortodoxa me enseñaron que, al morir, uno se iba al cielo o al infierno, dependiendo si había sido bueno o malo en la vida. No existía ninguna etapa intermedia donde uno pudiera enmendarse, reformando el pensamiento y la conducta, a fin de evitar el castigo eterno.
Esta teología está descrita en forma cómica (pero creo que con implicaciones serias) en un epitafio, supuestamente inscrito en una lápida:
Acabada mi carrera,
mi tumba ves;
Prepárate a morir,
y sígueme.
A lo cual algún ingenioso escéptico añadió:
Seguirte, no querría,
Hasta no saber adónde
iría.
Comencé el estudio de la Christian Science a raíz de la curación de mi hija, mediante la oración de un practicista, cuando los médicos habían perdido la esperanza de que se recuperara. Uno de los temas de las primeras Lecciones Bíblicas que escuché en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, fue "Probación después de la muerte". Al salir de ese servicio dominical, sentí que caminaba en el aire. La Lección Bíblica había cambiado por completo mi concepto sobre este tema vital de mi relación con Dios. Desapareció la angustia que había caracterizado mi pensamiento debido a la educación religiosa que recibí de niño. Hasta entonces, yo había sentido lástima de mí mismo; pensaba que, a pesar de que había intentado obedecer los Diez Mandamientos, había pecado demasiado y tenía pocas posibilidades de ir al cielo.
Ahora, de pronto había una esperanza, había una manera de triunfar sobre el pecado, si deseaba hacerlo con sinceridad. La clave de este nuevo enfoque inicialmente me llegó por esta frase de Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy: "El estado físico inalterado de Jesús, después de lo que pareció ser su muerte, fue seguido por su exaltación sobre todas las condiciones materiales; y esta exaltación explicó su ascensión y reveló inequívocamente el estado probatorio y progresivo más allá de la tumba. Jesús fue 'el camino'; esto es, mostró el camino para todos".Ciencia y Salud, pág. 46. Considero esta declaración como una de las revelaciones verdaderamente notables que la Sra. Eddy compartió con el mundo, y que fuera revelada gracias a su oración y a su estudio minucioso de las Escrituras.
La resurrección de Jesús, como muestra la Christian Science, probó que la muerte es una ilusión y que nuestra verdadera naturaleza es eterna.
¡Qué carga me fue quitada del pensamiento! Me di cuenta de que no había razón para sentirme sin esperanza y con lástima de mí mismo. Podía seguir esforzándome por demostrar la perfección que Dios exige aquí y en el más allá. Con la expresión más allá, me refiero a una etapa de transición en la conciencia humana, aquel "estado... progresivo más allá de la tumba" del cual habla Ciencia y Salud.
La resurrección de Jesús, como muestra la Christian Science, probó que la muerte es una ilusión y que nuestra verdadera naturaleza es eterna. Debido a que el hombre es el reflejo espiritual de un Dios infinito y omnipotente, nuestra vida verdadera no está limitada por la mortalidad; por tanto no tiene comienzo ni fin. Por supuesto, esto es totalmente opuesto al punto de vista teológico de que la vida es material antes de la muerte y que automáticamente se vuelve "espiritual" después de ella. De hecho, uno aprende por el estudio de la Christian Science que la Vida es Espíritu, Dios, y que el concepto humano de vida debe ceder progresivamente a este hecho, ya sea en lo que llamamos "aquí" o en el "más allá". Ciencia y Salud explica: "La muerte ocurrirá en el próximo plano de existencia como en éste, hasta que se alcance la comprensión espiritual de la Vida".Ibid., pág. 77. Al leer esta afirmación, me di cuenta de que no tendría caso posponer, ni por un momento, el esforzarme por lograr lo que Jesús demostró al indicarnos el camino.
"¿Qué le ha pasado a su esposo? ¡Parece un hombre nuevo!"
La Biblia dice respecto a Dios: "Y ésta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna". 1 Juan 2:25. Dios crea y ve sólo al hombre perfecto y espiritual, Su propia imagen y semejanza. El así llamado hombre material no es en absoluto hombre, sino un falso concepto de mente y vida separadas de Dios. Conforme seguimos el ejemplo de Jesús, que vivió en unión con Dios, aprendemos a ver a los demás, y a nosotros mismos, como Dios nos ve. El esfuerzo persistente por ver y expresar la perfección de Dios aquí y en el más allá, hace cada vez más real la vida eterna prometida por la Biblia.
Cristo Jesús dijo que él y su Padre eran uno, inseparables. Al seguir al Maestro, debemos trabajar partiendo de la perfección de la creación de Dios, en lugar de tratar de alcanzar perfección. En otras palabras, puesto que el hombre es la imagen y semejanza del Espíritu, él es necesariamente espiritual, no material; por tanto, refleja y expresa la perfección infinita de Dios, aquí y ahora. Como lo dice Pablo, en Dios vivimos, nos movemos y somos; una comprensión de este hecho es un goce anticipado de vida eterna.
Este nuevo enfoque de la vida eterna y de cómo alcanzarla, no sólo ha cambiado mi manera de pensar, sino también la manera de actuar con mis semejantes. Debo admitir que, antes de lograr esta comprensión, era propenso a tener arrebatos de ira cuando algo no se hacía de la forma que yo creía que debía hacerse. Como era el jefe de mi propia empresa de bienes raíces, los agentes de ventas que trabajaban conmigo tenían que aguantar esos arrebatos.
Poco después de haber adquirido, mediante el estudio de la Christian Science, esta nueva forma de verme a mí y a los demás, uno de los agentes de ventas estaba hablando con mi esposa por teléfono, y le dijo: "Por cierto ¿qué le ha pasado a su esposo? ¡Parece un hombre nuevo! Ya no tiene arranques de ira, en la oficina todo es armonía y ¡estamos felices! Creo que el incremento en nuestras ventas refleja cuánto apreciamos este nuevo estilo tranquilo y considerado de dirigir la empresa".
Jesús dijo de sus seguidores: "Vosotros sois la luz del mundo... Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Mateo 5:14, 16. Según se va desarrollando mi comprensión de la Christian Science, estoy procurando obedecer cada vez mejor este mandato. Y así, cuando se presenta la tentación de criticar a alguien por algo que hizo o dejó de hacer, procuro ver al individuo como el reflejo espiritual y perfecto del creador perfecto; y tarde o temprano, si me mantengo firme en esta idea, generalmente encuentro que ¡no queda nada por criticar!
La única realidad del ser es la comprensión y reconocimiento plenos de la armonía infinita de Dios, o sea la Vida misma; y, pensándolo bien ¿la vida eterna en el reino de los cielos, no se basa precisamente en esto?
