¿Te Has Sentido alguna vez perdido, como si no supieras adónde ir? Quizás haya sido cuando comenzaste a asistir a una nueva escuela, o cuando estuviste lejos de tu mamá o tu papá, o tal vez cuando un amigo quería que hicieras algo que sabías era incorrecto. Recurrir a Dios nos da la guía que necesitamos para no sentirnos perdidos ni confundidos. Cada vez que escucho a Dios, soy guiada a hacer lo más conveniente. Me gustaría contarte de una ocasión en que aprendí que no importa dónde yo esté, Dios está allí para guiarme.
Fui a una feria ecuestre con mis padres, y estaba muy contenta de estar allí. Me encantaba todo lo que aprendía sobre los diferentes tipos de caballos y ver las exhibiciones de equitación. Cuando recorrí con mis padres el establo donde se mostraban los alimentos para caballos, me aburrí un poco, y le pedí a mi papá permiso para regresar al establo donde estaban los caballos. El me dijo que regresara en media hora.
Me alejé, feliz de andar sola; sin embargo, con tanta emoción, me perdí. Al seguir caminando, me di cuenta de que tampoco sabía cómo regresar a donde estaban mis padres. Creí que si seguía caminando, sin duda hallaría un letrero o algo que me ayudara a regresar; pero pronto me hallé en un camino polvoriento que no conocía, y comencé a preocuparme. Unas personas pasaron en una camioneta y ofrecieron llevarme; recordé que mi mamá me había dicho que nunca me subiera a un coche con personas que no conociera, así que les dije: "No, gracias" y se fueron.
Decidí que, en lugar de sentirme asustada, sería bueno orar. Yo sabía que Dios es el Padre y la Madre de todos y que nunca podía estar separada de El. Recordé el Salmo 23 de la Biblia; lo había memorizado porque sus ideas eran muy reconfortantes. Pensé en el primer versículo: "Jehová es mi pastor; nada me faltará". Un pastor guía a las ovejas a pastos verdes y a arroyos frescos para que puedan encontrar alimento y agua. También utiliza una vara y un cayado para mantener a las ovejas en el camino correcto, asegurándose de que ninguna se pierda.
Yo sabía que Dios es como un pastor que siempre me guía. Aunque pareciera que estaba en un lugar equivocado, sabía que Dios estaba presente para guiarme. Al pensar en el amor de Dios y cómo guía a todos, me sentí tranquila.
Pronto estuve nuevamente cerca de los establos, y pude reconocer dónde estaba. En un momento ya estaba junto a mis padres. Al principio esto me sorprendió, pero luego me di cuenta de que Dios me había estado dando los pensamientos que necesitaba todo el tiempo. Sentí cómo el amor y el poder de Dios cuidaban de mí.
Mary Baker Eddy escribió un poema sobre cómo Dios nos guía y protege, al igual que un pastor cuida de sus ovejas. Las últimas líneas de la primera estrofa dicen: "Y con gozo seguiré/ por el duro andar". "Apacienta mis ovejas", Escritos Misceláneos, pág. 397. Qué grandioso es saber que Dios nos está guiando y cuidando a todos ¡no importa dónde estemos!