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Enseñanza en la Escuela Dominical: Fundamentos, no técnicas

Del número de septiembre de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Para Quién es la Escuela Dominical? ¿Qué niños están listos para la educación espiritual? ¿Qué libros podemos utilizar para enseñar? ¿Se puede organizar un taller sobre técnicas de enseñanza que nos ayude a tratar con niños inquietos, o con los que no pueden entender la Biblia?

Muchos maestros se están haciendo éstas y otras preguntas, tratando de mejorar su enseñanza en la Escuela Dominical. Otros miembros de la iglesia evitan por completo enseñar porque creen que no pueden comunicarse con los jóvenes de hoy, o que a la mayoría simplemente no les interesa la educación espiritual. Sin embargo, a través de los medios de comunicación nos enteramos de que los jóvenes buscan respuestas espirituales por sí mismos, y que asisten a iglesias, sinagogas, mezquitas, o grupos de oración, en gran número, ya sea que sus padres tengan o no creencias religiosas.

Quizá usted se pregunte: ¿por qué entonces en algunas Escuelas Dominicales hay tan poca asistencia? ¿Por qué a menudo es difícil interesar a los niños o a los adolescentes en los temas espirituales? Bueno, las respuestas dependen de cómo consideremos la cuestión. Necesitamos preguntarnos quienes creemos que son los jóvenes de nuestra comunidad, y qué creemos que pueden aprender en la Escuela Dominical. Para responder a estas preguntas, primero veamos cómo se contestarían desde un punto de vista laico.

Con frecuencia, las teorías educativas, psicológicas, sociológicas o médicas ponen rótulos a los niños, y esto afecta la manera en que los tratamos. Estas teorías sugieren que los niños son producto del medio ambiente y de la herencia; que su capacidad de aprendizaje y concentración están determinadas por el tiempo que han pasado frente a la televisión, las películas, los juegos de video, la violencia en la familia y en la comunidad, etc.; y que estas influencias afectan y limitan a muchos niños. Esto resulta en que se ponen rótulos como: "aletargado", "distraído", "hiperactivo", "que tiene poca concentración" y hasta "deficiente mental o emocional".

Además, el enfoque laico de la educación moral, generalmente considera que todo es simplemente una cuestión de opinión; que la moralidad y la espiritualidad son totalmente subjetivas; y que todos, incluso los niños, pueden sin más, aceptar o rechazar lo que se les enseñe.

Si nuestra enseñanza en la Escuela Dominical se basa en cualquiera de estos argumentos, ciertamente estaremos peleando una batalla que hemos perdido antes de empezar. No tendremos motivo alguno para esperar que los jóvenes deseen lo que tenemos para dar, ni tendremos nada digno ni demostrable que ofrecerles.

Pero la verdad es que los jóvenes desean algo en que creer, depender y confiar. Se cuestionan si Dios existe, y si los ama. Quieren comprender su propia naturaleza espiritual; saber que tienen un propósito en la vida y que hay una forma digna de hallar la felicidad y el éxito. De hecho, cada niño está listo para recibir una educación espiritual, aunque no se haya dado cuenta de ello. La espiritualidad es importante para ellos porque su verdadero ser es espiritual. Todo niño, sin importar sus antecedentes, es en esencia puro e inocente; anhela que se cumpla la ley de Dios, y la ama.

Los valores morales y espirituales enseñados en la Escuela Dominical, no son simples opiniones humanas que cambian con cada nueva generación, sino que tienen su fundamento en la ley divina universal, que es constante y segura.

Las Escrituras comienzan con las noticias más maravillosas que cualquier joven quisiera oír: que hay un Dios que es bueno, que todo lo creó bueno, y que es el único creador; que Dios, la inteligencia divina del universo, nos creó a cada uno a Su imagen y semejanza; y nos dio dominio sobre todas las cosas. Véase Génesis, cap. 1.

Este es un mensaje irresistible para los jóvenes porque refuta específicamente lo que parece ser la presencia innegable del mal en el mundo; una percepción que a muchos les produce depresión, escepticismo, temor, enojo, desesperanza e incluso pensamientos suicidas. El mensaje de la Biblia capacita a los jóvenes para enfrentar situaciones adversas, y les permite reemplazar los sentimientos de inferioridad e inseguridad sobre su identidad y objetivos con esperanza, confianza y una paz inalterable.

Las enseñanzas de la Biblia, con sus variados ejemplos de curación, nos proporcionan algo en lo que podemos apoyarnos y a lo que podemos recurrir en momentos de necesidad. Personas de todas las edades y formaciones han podido comprobar que la base pura y espiritual de esta enseñanza, no es una simple opinión o especulación humana, sino la ley divina, en la que se puede confiar para vencer la adversidad.

Es muy importante hacer notar que la Fundadora de la Escuela Dominical de la Christian Science, Mary Baker Eddy, estableció para los jóvenes una educación espiritual, basada totalmente en las Escrituras y en un libro de texto para su estudio, en el que se explica cómo aplicarla a cada faceta de nuestra vida. Véase Manual, Art. XX. Ese libro de texto es Ciencia y Salud, y todo padre de familia, maestro o alumno, sin importar su edad, religión o formación, puede utilizarlo para estudiar la Biblia y descubrir así su relación con Dios. Ciencia y Salud nos ayuda a ver que la Biblia es una guía fácil de usar.

Todo aquel que busca un plan de estudio para la Escuela Dominical, puede hallarlo en el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy, y en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science — Lecciones Bíblicas. El Manual establece las lecciones fundamentales para el estudio de las Escrituras en todos los los Diez Mandamientos, el Sermón del Monte y el Padre Nuestro con su interpretación espiritual de Ciencia y Salud. Estas lecciones se pueden considerar fundamentales porque enseñan cómo el amar a Dios supremamente y el amar a nuestro prójimo, produce curación. Las Lecciones Bíblicas contienen un minucioso plan de estudio que, mediante el uso de pasajes correlativos de Ciencia y Salud, desarrolla una amplia variedad de temas básicos y de gran profundidad espiritual. La utilización de preguntas y respuestas basadas en estas Lecciones Bíblicas, adaptadas a cada edad, permite a los maestros relacionar las lecciones fundamentales con la vida de los jóvenes, y alentarlos para que ellos mismos encuentren las respuestas espirituales.

Amor profundo por el alumno

La educación espiritual que proveen estos libros, lleva a los jóvenes a recurrir a una fuente libre de opiniones, en donde encontrar respuestas. Esta educación espiritual es la única respuesta para la gran cantidad de desafíos que los jóvenes enfrentan. Es accesible y de efecto inmediato cuando el corazón y el pensamiento se abren a ella. También, les da los recursos para comprender y aplicar lo que se les ha enseñado. Esta educación les muestra cómo expresar confianza, madurez, tranquilidad, obediencia, altruismo, paciencia, mansedumbre; que son las cualidades que necesitan para descubrir su identidad a semejanza de Dios, y para llegar a ser responsables y exitosos.

Puesto que la Biblia es la Palabra de su Padre-Madre Dios, Dios, que le habla directamente a cada uno de ellos, los jóvenes intuitivamente aman y responden a las verdades que descubren en ella. Las Escrituras les aseguran que no hay situación ni condición que esté fuera del control de Dios; y que Su amor incondicional por cada uno de ellos los capacita para dar de sí lo mejor.

Ahora bien, hay dos elementos esenciales que hacen a un buen maestro: un amor profundo por el alumno y un amor profundo por el tema; por lo tanto, hay unas cuantas preguntas que debemos hacernos. En primer lugar, como padres, maestros o miembros, independientemente de nuestra filiación religiosa, ¿vemos la imagen y semejanza de Dios en cada niño o adolescente que llega a nosotros, es decir, a nuestro hogar, comunidad o lugar de culto? ¿Sabemos que cada uno de ellos espontáneamente responde y expresa integridad, inteligencia, pureza, inocencia y bondad? ¿Amamos a cada uno de ellos?

En segundo lugar, y de igual importancia, ¿arde "nuestro corazón en nosotros" Véase Lucas 24:32. cuando leemos o escuchamos las Escrituras, o cuando las compartimos con los jóvenes? Los maestros que aman profundamente la Biblia en su significado espiritual, que saben cuán valiosa y poderosa es como herramienta, y que prueban diariamente sus verdades en su vida, no tienen dificultad en hacer arder los corazones de los jóvenes. Para estos maestros, el presentar las lecciones no es algo académico o teórico, sino que es oportuno, actual, práctico, sencillo y poderoso; porque han probado y comprobado las enseñanzas de la Biblia.

La Sra. Eddy comprendió la importancia de poner en práctica las enseñanzas bíblicas. Al referirse a Dios como Espíritu y Mente, escribió: "Desde el comienzo hasta el fin, las Escrituras están llenas de relatos del triunfo del Espíritu, la Mente, sobre la materia. Moisés probó el poder de la Mente mediante lo que los hombres llamaron milagros; igual hicieron Josué, Elías y Eliseo. La era cristiana fue introducida por señales y prodigios".Ciencia y Salud, pág. 139. ¿Estamos enseñando mediante la curación, y sanando mediante la enseñanza, como lo hicieron ellos?

Amor profundo por el tema

Mediante la oración humilde, cada maestro obtiene una mayor comprensión de las lecciones morales y espirituales contenidas en las Escrituras. Sin embargo, la clave es el estudio y la práctica: el escudriñar las Escrituras; el orar diariamente para tener mayor entendimiento; y la rigurosa y constante aplicación de las enseñanzas a cada aspecto de nuestra vida, sobre todo en relación a aquellos asuntos donde parece más fácil o más lógico resolverlos por medios humanos. Si somos fieles, inevitablemente veremos que nuestra vida mejora notablemente.

Nada da más placer que poder demostrar lo que enseñamos, para sanar y resolver problemas con el poder de Dios, el Amor divino. Entonces, no estaremos perdidos en una búsqueda constante de las técnicas de enseñanza más recientes, sino que estaremos apoyados en una base firme: la comprensión espiritual de Dios, y la relación amorosa que los jóvenes permanentemente han mantenido con Él.

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