Conocí La Christian Science a través de las transmisiones por radio de onda corta. A mi esposo y a mí nos gustaba captar señales de otros países, y en una ocasión sintonizamos el programa El Heraldo de la Christian Science, donde escuchamos la narración de algunas curaciones.
Cuando terminó el programa comentamos que sería interesante saber de qué se trataba ese tipo de tratamiento y cómo funcionaba. Entonces recordamos que un año atrás, caminando por la ciudad de México, habíamos visto un edificio en el que decía "Sala de Lectura de la Iglesia de la Ciencia Cristiana". Al día siguiente mi esposo fue y adquirió la revista El Heraldo de la Christian Science. Cuando la leímos nos llamó la atención el testimonio de curación de una persona con problemas de columna vertebral. De inmediato me identifiqué con el caso, pues yo tenía aproximadamente 15 años de estar padeciendo algo similar. Los médicos me habían diagnosticado osteoporosis, columna vertebral desvida, discos vertebrales fuera de su lugar y una pierna más corta que la otra. Todo esto me provocaba intensos dolores y me impedía estar en una misma posición aun por pocos minutos, y en varias ocasiones quedé inmóvil porque se me trababan los huesos de la cadera. Además, ese año se agudizó mi situación y los médicos me dijeron que no había nada que hacer, ya que se trataba de una enfermedad degenerativa. Incluso estuvieron a punto de pensionarme porque ya no podía desempeñarme en mi trabajo, que en ese entonces era de oficinista.
Vimos entonces que en la revista se hacía referencia al libro Ciencia y Salud, así que lo compramos y empezamos a leerlo
Días después conseguimos el teléfono de una estudiante de la Christian Science. La llamé y aunque no recuerdo las palabras precisas, ella me habló del amor que Dios tiene para con todos Sus hijos, y me recomendó que siguiera leyendo Ciencia y Salud.
Mis dolores se fueron atenuando, me sentí mejor, pude regresar a mi empleo y a los pocos días me promovieron para que me desempeñara como instructora para capacitar a los trabajadores de la institución en la que estoy empleada, con un sueldo mucho mayor del que había percibido. Esto fue de mucha ayuda, pues al haber cambiado de lugar de residencia en busca de mi curación, mi esposo había tenido que dejar sus actividades profesionales.
Continué leyendo y recibiendo el apoyo de la estudiante de la Christian Science, pero al pasar el tiempo empecé a tener dudas, no podía creer que estuviera mejorando cuando por tantos años estuve mal. Hasta que un día mi problema se presentó nuevamente quedando inmóvil y con intensos dolores (como dice Job: "Lo que más temía me sucedió").
Tenía que tomar una decisión: o bien llamar a un practicista de la Christian Science (que son personas que se dedican a apoyar a otros por medio de la oración) o llamar una ambulancia para que me llevara al hospital. Con la ayuda, el ánimo y el apoyo que mi esposo me daba, me decidí por el tratamiento en la Christian Science. Llamé por teléfono a la practicista, quien no me preguntó absolutamente nada, pues me oía llorar. Empezó a hablarme con palabras tiernas, amorosas y tranquilizadoras, como cuando una madre le brinda toda su protección a su bebé. Me recordó que el sufrimiento jamás lo había creado Dios y por lo tanto sus hijos no podían sufrir. Estuve por largo tiempo al teléfono escuchándola, y conforme fueron pasando los minutos fui sintiendo una mayor paz interior, el llanto desapareció así como el dolor. Finalmente me quedé dormida hasta el otro día.
Mi esposo estaba sorprendido de lo tranquila que dormí durante toda la noche, ya que durante muchos años no había dormido una sola noche de continuo. Al día siguiente me sentía mucho mejor y podía moverme, aunque con un poco de dificultad.
La practicista me siguió apoyando, y continué con mi lectura de Ciencia y Salud. Con el paso del tiempo fueron desapareciendo las molestias. Ya llevo aproximadamente cinco años sin tener ningún problema y descubrí que no sólo sané físicamente, sino que también llegaron bendiciones de otra índole: las relaciones con mis padres y hermanos mejoraron; ascendí nuevamente en el trabajo, y la más importante, modifiqué mi percepción de lo que es Dios, a quien antes no comprendía pues creía que El enviaba el bien y el mal. Ahora comprendo que no. puede darnos el bien, y que ese bien es eterno. Toda esta comprensión se la debo al legado de nuestra Guía, Mary Baker Eddy, y a la entrega amorosa de todas las personas que me apoyaron.
Toluca, México
