Últimamente se ha hablado mucho sobre sobre la cuestión de si un médico debe ayudar a un paciente a acabar con el dolor y el sufrimiento, aparentemente incurables e intolerables, poniéndole fin a su vida. La premisa es, desde luego, que la muerte acaba con el dolor y el sufrimiento, pero ¿en verdad lo hace? Cristo Jesús silenció el dolor y el sufrimiento mediante su comprensión y su demostración de que la Vida es eterna, y que esta Vida no incluye dolor ni sufrimiento.
Jesús jamás dijo que la muerte fuera la entrada al reino de la vida eterna, donde no hay sufrimiento. Él dijo: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado". Juan 17:3. En otra ocasión, cuando un intérprete de la ley le preguntó a Jesús cómo heredar la vida eterna, Jesús le hizo afirmar los dos puntos fundamentales de la ley espiritual: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo". Entonces Jesús respondió: "Haz esto, y vivirás". Lucas 10:27, 28. Para Jesús, la forma de experimentar la armonía, la paz y al salud de la Vida eterna, era a través de la comprensión espiritual y del amor, no por medio de la muerte.
Puesto que el hombre es la imagen y semejanza de Dios, como afirma la Biblia, usted y yo somos inseparables de la Vida, que es Dios: somos el reflejo espiritual de la Vida, una comprensión de esto, nos capacita para probar mediante la curación, que Dios, el bien, no envía el dolor y el sufrimiento sino que mantiene la perfección de Su imagen. Este concepto espiritual de la Vida, al hacerlo nuestro y amarlo, nos sana espontáneamente desde el interior, pudiéndolo hacer de manera instantánea. Además, tiene un efecto preventivo. En todos los casos, la Vida siempre presente y eterna proporciona un remedio eficaz contra el dolor y el sufrimiento originados por la falsa creencia material.
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