Las Librerías Están Llenas de libros para alcanzar el éxito y de temas espirituales, que prometen inspirarnos y guiarnos a encontrar "el niño que hay dentro de nosotros". Si usted está buscando soluciones espirituales, ¿cómo puede saber con seguridad qué puede ayudarlo?
El libro que con mayor éxito resuelve estos problemas es también el más antiguo: la Biblia. Cada problema que debe encarar hoy la humanidad, tiene su solución en el mensaje espiritual de la Biblia. Por ejemplo, para aprender quiénes somos como hijos de Dios, podemos ir al primer capítulo, donde nos dice que Dios creó al hombre, varón y hembra, a Su imagen y semejanza. Al ver toda Su creación, Él vio que era buena.
Sin embargo, si alguien se siente culpable por errores cometidos en el pasado, o se siente víctima, le podría parecer imposible creer que la creación sea totalmente buena. En una época yo me sentí así. Cuando era jovencita, un vecino a quien había querido y brindado mi confianza, me tocó las partes íntimas. Como es común, por muchos años arrastré el sentido de culpa y humillación causados por ese hecho. Tenía miedo de hacer nuevos amigos porque siempre pensaba que su amistad no sería sincera. Está de más decir que era muy infeliz.
Cuando me propuse seriamente resolver la situación, necesitaba por sobre todo encontrar mi verdadera identidad espiritual. Humildemente oraba todos los días decidida a hacer lo que Dios quisiera. Realmente no tenía idea de lo que eso sería en aquel entonces, pero sentí que debía poner de lado todo deseo humano y dejarme guiar por Dios. La curación ocurrió por medio del estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Su autora, Mary Baker Eddy, se dedicó a estudiar la Biblia en busca de las leyes de Dios, la Ciencia que Cristo Jesús demostró al sanar la enfermedad y el pecado. Su descubrimiento está registrado en ese libro.
Después de aproximadamente un año de estudio y oración, empecé a vislumbrar lo que significa ser creado a la imagen misma de Dios. Durante ese período fui a una reunión de jóvenes en un inmenso auditorio repleto de gente. Escuché al conferenciante hablar de nuestra naturaleza como hijos de Dios, perfectos, que nunca pueden ser tocados por algo impuro. Recordé a aquel vecino de hacía tantos años. Me sorprendió que nunca se me había ocurrido sanar el odio que sentía contra ese hombre. Las heridas eran muy profundas y las había llevado conmigo durante años. Pero Ciencia y Salud nos dice: "La Ciencia Cristiana trae al cuerpo la luz solar de la Verdad, que vigoriza y purifica".Ciencia y Salud, pág. 152.
De repente el auditorio pareció llenarse de luz. Me di cuenta de que Dios, el Amor, jamás podría haber creado una idea capaz de causarle daño a otra, y que por consiguiente yo nunca había sufrido daño alguno. El hecho espiritual era que yo nunca había sido una víctima, y mi vecino, como hijo perfecto de Dios, jamás había sido un malvado. En verdad, ambos expresábamos la inocencia y pureza del Amor divino. Sentí perdón y compasión por él y por mí. También sentí un gran alivio físico conforme me fui deshaciendo de aquella terrible carga.
Varios meses de lectura y oración me habían preparado para recibir "la luz de la Verdad," y toda la angustia que había sentido por años, se esfumó por completo. Esto contrasta con la creencia de que la víctima del abuso sexual queda con dolorosas huellas emocionales y debe aprender a vivir con ellas de por vida. Esta curación cambió mi vida por completo. Muy pronto conocí a quien llegó a ser mi esposo, en el momento apropiado para tener una relación de ese tipo. En la Biblia Pablo declara: "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". 2 Cor 5:17.
Comprender la Ciencia del Cristo implica el esfuerzo constante por aprender más de la relación del hombre con su Padre-Madre Dios. Puede haber momentos en que esta Ciencia parezca difícil de entender, y nos preguntemos: "Si no la puedo comprender, aunque quiera encarar la vida más espiritualmente, ¿por qué no recurrir a algo que me resulte más fácil de entender?" Pero deberíamos estar alerta para no dejarnos desviar de la verdad espiritual genuina, que regenera y sana.
Esperar, sí, pero no en la pasividad del que espera que las cosas vengan por sí solas. Esperar, sí, pero en la acción.
De una carta enviada por Alicia Sánchez Álvarez, de México
Todo esfuerzo por diluir la verdad y para hacerla más atractiva o para debilitar el mandato de seguir a Cristo Jesús, presenta una mezcla adulterada de la verdad con creencias erróneas. La curación por el Cristo requiere una confianza firme y constante en el Principio divino, el Amor, la única causa. No tenemos que hacer algo imposible, como sería tratar de rebajar la Verdad a un nivel mortal. Pero sí podemos rechazar todo lo que no se fundamente en el Principio divino, y ser sanados.
