La Pascua Tiene un significado muy especial para mí. Significa saber, con toda certeza, que el obedecer a Dios nos protegerá de todo mal.
Los hijos de Israel estaban convencidos de que la desobediencia a Dios significaba el sometimiento a las plagas. Así que ellos obedecieron cuando Moisés les dijo que Dios les había ordenado preparar comida en abundancia, un cordero por casa, y que esa noche comieran tanto como les fuera posible; debían comer vestidos como si fueran a viajar, con su calzado puesto y el bordón en la mano (véase Éxodo 12). Ésta era una preparación propia para un viaje arduo y una salida inminente; y daba a entender que después de 430 años de servidumbre, esa noche ellos saldrían de Egipto, y dejarían atrás la esclavitud. Y así lo hicieron.
Sin embargo, no fue suficiente tener fe en la palabra y el poder de Dios; ellos debían manifestar su fe ante los demás. Moisés les dijo que marcaran la puerta delantera de sus casas con la sangre del cordero. Cada uno de ellos debía estar dispuesto a mantenerse firme públicamente en un medio hostil, y proclamar su devoción a Dios. Con este reconocimiento público, ellos fueron protegidos de los estragos de una plaga devastadora.
¡Qué gran lección enseña esta historia de la primera celebración de la Pascua a los seguidores de distintos credos. Nos enseña a ser obedientes, a esperar el bien y también a ser valientes! Para los que quieren practicar la curación espiritual, esta historia es muy importante. La curación espiritual requiere de una plena confianza en Dios; las oraciones vacilantes, las vanas ilusiones y los pensamientos que no se llevan a la práctica, son ineficaces.
Para que los hijos de Israel se liberaran de la esclavitud, tenían que seguir los mandatos de Dios al pie de la letra, tal como todos debemos hacer en la curación cristiana. Elegir sólo ciertos preceptos morales y seleccionar las prácticas que nos convienen e ignorar las demás, simplemente no da resultado.
Se requirió de mucho sufrimiento y labor de convencimiento para llevar a los hijos de Israel a un estado mental en el que estuvieran dispuestos a obedecer incondicionalmente las exigencias del Amor divino. Sabemos que no tenemos porqué sufrir por años ni soportar plagas, antes de renunciar a la voluntad humana y seguir humildemente los mandatos de Dios.
La humildad hace que nos dispongamos a ser obedientes tanto a la letra como al espíritu. Así como a los israelitas se les dijo exactamente cómo prepararse para su libertad, así la Mente divina nos dice a cada uno de nosotros cómo preparar nuestro pensamiento para sanar. Las instrucciones son específicas para nuestra experiencia individual, y son tan necesarias como las órdenes que Dios le dio a Moisés.
Cuando nutrimos nuestro pensamiento con alimento espiritual, con inspiración divina, preparamos el camino para la curación. El esperar la libertad, listos para sanar, en vez de adoptar una posición cómoda quejándonos y permaneciendo en la miseria, es como tener puesto nuestro calzado y estar con el bordón en la mano. El tomar una posición firme ante los que no creen en el poder de Dios para sanar, es otro aspecto importante de nuestra preparación. Sin estos signos externos de acción, el pensamiento interior y nuestra convicción, se debilitan.
La curación espiritual es el viaje hacia la libertad que realizamos en la actualidad. Sólo mediante el poder de Dios podemos liberarnos de la esclavitud de la enfermedad. No importa que un problema se haya tenido por mucho tiempo; el comprender la naturaleza y el poder de Dios, nos conduce a la curación.
Por años padecí de intensos dolores menstruales. Cada mes oraba, con lo que encontraba cierto alivio, algunas veces rápidamente y otras no. Aún estaba en la tierra de Egipto, por así decirlo. Gradualmente me fui dando cuenta de que estaba aceptando la esclavitud como si fuera una condición de mi ser, y estaba esperan do que el sufrimiento viniera. Una vez durante unas vacaciones me sobrevino un intenso dolor. Decidí que éste era el momento de celebrar la Pascua. Quería que la creencia en la plaga y el dolor se alejaran de mi vida para siempre. Caminé de un lado a otro en un estacionamiento público, declarando la supremacía y el gobierno absolutos de Dios sobre mi vida. Declaré que Él no envía plagas de ninguna clase, y que la creencia en ellas era una invención humana que no podía esclavizarme. Afirmé que mi naturaleza era completamente espiritual, la imagen y semejanza de Dios, el reflejo del Espíritu divino, no de la materia. Y declaré que yo no estaba esclavizada y que nunca fui una Eva, sino la mujer libre de la creación de Dios.
Esta vez, esperaba que ocurriera la curación permanente, y no sólo un alivio temporal. Escuché a la Mente divina y las ideas específicas que Dios me estaba dando. Las digerí como en la cena de Pascua, hasta que mi pensamiento estuvo tan lleno de verdades espirituales, que ya no había sitio para el recuerdo de los dolores pasados. Adopté una firme posición al apoyarme completamente en la curación espiritual negándome a descansar; y con energía declaré la verdad de mi ser espiritual, hasta que obtuve la libertad. Ése fue el fin del problema, y la curación fue permanente.
Este año celebremos la Pascua liberándonos de toda plaga o creencia esclavizante. Seamos radicales en nuestra posición respecto a la curación espiritual; preparémonos para la libertad, y dejemos que nuestras acciones confirmen nuestra convicción. El Dios de Israel, el Amor universal, nos bendecirá.
