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La espiritualidad en la Biblia

Para celebrar el Mes de la Historia de la Mujer en los Estados Unidos, el Heraldo ofrece esta cuarta entrega de un estudio, en cuatro partes, sobre las mujeres de la Biblia y otras mujeres inspiradas por los modelos femeninos que se encuentran en las Escrituras. En el número anterior vimos a María la hermana de Aarón, Ana y Rut. Este segmento continúa con otras mujeres de la Biblia, y con algunas mujeres contemporáneas que han sido inspiradas por la Biblia.

Mujeres de la Biblia: retratos de nuestra herencia

Cuarta parte

Del número de abril de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mary Baker Eddy siempre se refirió a la Christian Science como un descubrimiento, un descubrimiento que ella realizó en la Biblia. Y en este sentido ella fue una mujer bíblica. Ella descubrió que el trabajo y las enseñanzas de Jesús están a nuestro alcance hoy como lo estuvieron hace dos mil años. Pero si ella lo hubiese dejado todo ahí, no habría tenido las pruebas, tribulaciones y victorias que colmaron el resto de su vida. Ella fue también una mujer del Espíritu, y su descubrimiento e investigaciones provocaron la revisión de opiniones teológicas establecidas hacía mucho tiempo. Una de esas revisiones fue la naturaleza de Dios. Ella descubrió por medio de su estudio de la Biblia que Dios es Madre al igual que Padre.

Como lo indicáramos anteriormente, la interpretación bíblica y especialmente la interpretación teológica, eran dominadas por los hombres. La noción de que Dios es Madre, que la naturaleza de Dios es femenina tanto como masculina, conmocionó a las instituciones teológicas prevalentes. Cuestionó los credos cristianos ortodoxos, incluso el de la Santísima Trinidad.

Desde entonces ha transcurrido cerca de un siglo y medio. ¿Y saben qué? Nuestras hermanas de fines del siglo XX están haciendo las mismas afirmaciones, y se les han unido incluso algunos hermanos.

¿Dónde encuentran estas mujeres la autoridad para afirmar que la naturaleza de Dios es tanto femenina como masculina? En la Biblia.

Phyllis Trible, destacada erudita del Antiguo Testamento, ha llevado a cabo un trabajo excelente sobre el tema. Las ideas que siguen son de su libro, God and the Rhethoric of Sexuality (Dios y la retórica de la sexualidad). El texto básico en el desarrollo de su tesis es Génesis 1:26, 27. "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza..." Los pronombres plurales de este texto han dado buenos dolores de cabeza a muchos. La Dra. Trible ha traído un nuevo entendimiento a este texto, indicando que en los versículos de la Biblia en que Dios propone crear al hombre, los pronombres plurales se usaron para referirse a la Deidad. Después del acto de la creación, Dios le habla al hombre usando la primera persona del singular. Yo entiendo que Trible nos dice que Dios no es ni masculino ni femenino (ni hombre ni mujer) ni una combinación de los dos. Sino que masculino y femenino son metáforas de Dios.

Entonces cuando el texto habla de la imagen y semejanza como masculina y femenina, los pronombres plurales son utilizados para demostrar que sólo hay un Dios, quien metafóricamente puede ser expresado como masculino y femenino. Cuando el texto habla en el versículo 29 de Dios como creador, se usa un pronombre singular. Trible añade: "El cambio del pronombre plural al singular indica variedad, libertad y plenitud dentro de Dios". Phyllis Trible, God and Rhetoric of Sexuality (Philadelphia: Fortress Press, 1978), pág. 21.

La metáfora bíblica es un elemento fundamental para comprender la naturaleza de Dios. He aquí algunas metáforas acerca de Dios: como padre (Salmo 103:13), esposo (Oseas 2:16), Véase Oseas 2:16 (New Revised Standard Version). rey (Salmo 98:6), guerrero (Éxodo 15:3), mujer embarazada (Isaías 42:14), madre (Isaías 66:13), partera (Salmo 22:9) y señora (Salmo 123:2). Todas estas metáforas sobre lo masculino y lo femenino se refieren a la naturaleza de Dios.

No he comenzado todavía a dar la conmovedora presentación que hace Trible de Dios, la Madre. Pasaje tras pasaje ella muestra cómo "una imagen exclusivamente femenina", el vientre, "extiende su significado a una forma divina del ser: 'verdaderamente mostraré a él compasión de madre,' dice Yahveh". Trible, pág. 45.

Seamos hombres o mujeres, todos tenemos el espíritu valeroso de las mujeres bíblicas

¿Y qué se puede decir de nuestro siglo? ¿Habrá mujeres cuyo espíritu las mueve a actuar como las mujeres de la Biblia, aunque haya prejuicios sociales contra ellas? A continuación nombro a cinco de ellas:

Eleanor Roosevelt, quien con el tiempo fue reconocida por sus propios méritos, debido a las causas por las que luchó para mejorar las condiciones humanas de aquellos que no tenían voz ni voto para defender sus propios derechos.

Marian Anderson, la gran contralto, quien enfrentó discriminación por mucho tiempo, y al fin fue reconocida y honrada por sus compatriotas estadounidenses. La señorita Anderson le daba crédito al Espíritu, con E mayúscula, como la fuerza motriz que sostenía su vida.

Rachel Carson, cuyo libro Silent Spring, publicado hace más de treinta años, fue atacado con ferocidad como una diatriba emocional contra las sustancias químicas beneficiosas. Hoy en día se le da crédito por haber dado comienzo al movimiento en pro de la protección del medio ambiente.

Barbara Tuchman, la reconocida historiadora estadounidense, cuyo mensaje mantuvo su enfoque en lo más importante: la moralidad, la ética del intercambio humano, las convicciones internas y las responsabilidades externas que hacen que una sociedad funcione. Véase el artículo de Rushworth Kidder, "Barbara Tuckman's Legacy," en The Christian Science Monitor, 13 de febrero de 1989, pág. 4.

Y no nos olvidemos de Ruby Bridges, la niña negra de seis años que, por su valor, integró una convulsionada escuela primaria para blancos en New Orleans. Ella era escoltada todos los días por alguaciles federales entre cientos de personas que la amenazaban de muerte, y que le gritaban también todo tipo de obscenidades. Se ha dicho que ella se detuvo frente a ellos en un momento dado y parecía que les decía algo. Sus labios se movían pero ella no dijo nada. (¡Una Ana moderna!) Al respecto ella dijo: "Sólo me detuve para orar por ellos... siempre digo lo mismo... siempre digo: 'Por favor Dios, perdona a esta gente, porque ellos no saben lo que hacen' ". Como lo citó Robert Coles en The Christian Science Monitor, 13 de junio de 1986, pág. 23.

Al fin y al cabo todos tenemos las características de las mujeres bíblicas; seamos hombres o mujeres, todos tenemos ese espíritu valeroso. La herencia que hemos recibido de ellas es una fuerza poderosa que puede cambiar al mundo.

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