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Una ilusión de seis letras

Del número de abril de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Yo Era Cantante de ópera profesional, y me estaba preparando para ir a Alemania a cantar. Por algún tiempo había tenido inflamación y dolor en la garganta, y pensaba que se debía a que tenía muchos compromisos de trabajo. Me recomendaron que fuera a ver a un maestro de impostación vocal (después me enteré de que era especialista de ojos, naríz, oído y garganta). Después de mirarme las cuerdas vocales mientras cantaba, me dijo que en su opinión yo tenía cáncer de garganta y que debía hacer algo rápido al respecto. Después de darme esta darme noticia, me dijo con mucho afecto que le gustaría recomendarme a los mejores médicos especialistas. No obstante, concluyó su comentario con una notable observación. Su hijo era estudiante de la Christian Science (yo le había dicho que era Científica Cristiana), y comentó que tal vez yo encontraría allí mi respuesta.

Temblaba al salir del estudio de este atento caballero. Había sido criada en un hogar cristiano pero siempre me había apoyado en el tratamiento médico, a veces con éxito, y otras veces sin él. Cuando tenía veinte años comencé a estudiar la Christian Science y, durante los siguientes trece años, tuve maravillosas curaciones. Ahora, estaba batallando por aferrarme más a las leyes espirituales que demostró Cristo Jesús, las leyes que, en 1866, Mary Baker Eddy interpretó, y demostró que aún hoy eran eficaces para obtener una curación rápida y permanente. Divinamente inspirada, ella escribe en Ciencia y Salud: "Nuestro Maestro trataba al error por medio de la Mente. Jamás exigió obediencia a leyes de la naturaleza, si por eso se entiende que son leyes de la materia, ni tampoco usó medicinas. Hay una ley de Dios aplicable a la curación, y ésa es una ley espiritual en vez de material".Ciencia y Salud, pág. 463. Yo anhelaba saber más acerca de esa ley específica.

Una vez que decidí apoyarme en la Ciencia del Cristo para sanar esta enfermedad, comencé mi travesía espiritual. Hablaba todos los días con un practicista de la Christian Science. Su comprensión espiritual me ayudó a liberarme del dolor y el temor que sentía. Él me veía como la hija perfecta de Dios con mucha más claridad que yo. Trabajé a diario con la Lección Bíblica que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science. Además de leer de Ciencia y Salud, estudié las Escrituras y no leí nada aparte de artículos y testimonios de curaciones en los cuales la gente había enfrentado situaciones similares y había sanado gracias a la revelación de la Verdad.

Lentamente comprendí que, como hija de Dios, había sido, era y siempre seré, perfecta. Este hecho no puede cambiar. Puesto que el hombre es creado a semejanza del Espíritu, Dios (véase Gén. 1:26, 27), su vida no puede alterarse a causa de una repentina enfermedad o sufrimiento de ningún tipo. Ciencia y Salud explica: "La gran verdad en la Ciencia del ser de que el hombre real fue, es y siempre será perfecto es incontrovertible; porque si el hombre es la imagen, el reflejo, de Dios, no es ni invertido ni subvertido, sino recto y semejante a Dios".Ibid., pág. 200. No tenía que temer perder una vida que es por siempre la semejanza del Dios eterno.

Poco a poco, en un período de tres años, el temor fue reemplazado por las luminosas verdades espirituales que calladamente se me iban revelando. Durante esa época pude cumplir con todos los compromisos de conciertos para los que ya había firmado contrato. También pude cantar como solista en la iglesia. De hecho, después de la curación un antiguo maestro de canto, me dijo que mi voz era más fuerte y clara que antes.

Generalmente pensamos que sanar significa volver a una condición anterior de salud, pero eso implicaría que es posible que el hombre de Dios entre en un esta do de discordia y enfermedad. Pero, ¿acaso puede el hombre cambiar la creación perfecta de Dios? ¡De ninguna manera! Lo que está hecho, hecho está. Considero que una curación se puede definir mejor como el momento en que comprendemos un hecho que anteriormente no entendíamos bien o no reconocíamos. Esta revelación en la conciencia tiene un efecto en nuestra salud y armonía. Pienso que eso es lo que ocurrió en mi caso.

También descubrí que está bien encarar el problema de frente. A mí me daba miedo el término cáncer. Pero ahora veo que se trata simplemente de una ilusión de seis letras. Ya no le tengo miedo. ¡Qué liberación!

En dos años y medio sané completamente. Para ese entonces yo estaba trabajando en horario normal y desarrollaba mis actividades con total libertad física y mental. Cuando oraba a Dios para saber cuándo podría hablar con los demás acerca de algunas de las maravillosas verdades espirituales que había aprendido, recibía la respuesta: "Sigue estudiando." Y así lo hice durante seis meses más. Un día, para mi sorpresa, tuve una revelación que superó todo lo demás: Como el reflejo espiritual de Dios yo nunca había tenido cáncer. ¡Qué descubrimiento! La Verdad borró de tal manera la creencia en la enfermedad, que tuve la certeza de que no hubo cambio ni arreglo alguno, porque en la creación de Dios nunca fue necesario hacerlo. La verdad es que la enfermedad, simplemente, nunca ha existido. Como escribe la Sra. Eddy: "...la enfermedad se desvanecerá en su estado original, la nada, como el rocío ante el sol de la mañana".ibid., pág. 365.

Dios no puede crear ningún problema. Dios es sólo el bien. Cuando aceptamos una situación o experiencia humana que se opone a ese bien, sólo es un sueño en nuestra conciencia. Realmente el cáncer se ha transformado en una ilusión de seis letras para mí. Esto me ha dado la oportunidad de estudiar, aprender y practicar la realidad siempre presente de la salud y la armonía. Y lo que es más importante, aprendí a confiar en Dios sin reservas. Aprendí a resistir todo lo que los cinco sentidos físicos consideran como enfermo, doloroso o aterrador. Aprendí a confiar en el sentido espiritual y en la ley divina para que me revelen ahora al único Dios omnipotente y por siempre sostenedor. Ahora somos el hombre espiritual por siempre inalterable, el reflejo perfecto del Dios perfecto.

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