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Algunas ideas sobre el éxito

Del número de julio de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Entre Nuestros anhelos personales es natural que esté el deseo de tener éxito en todas nuestras actividades. Pero muchas veces los modelos de éxito que seguimos, aunque sean los socialmente admitidos, tienen una base materialista y no nos traen verdadera satisfacción.

Es útil reflexionar sobre lo que significa el éxito examinando preguntas como las siguientes:

I) ¿Qué modelo de éxito estoy siguiendo?

II) ¿Acaso significa para mí el éxito en la vida tener un salario alto u ocupar un puesto gerencial?

III) Cuando evalúo el éxito en la vida (el mío o el de otros), ¿lo mido considerando posesiones, una linda casa, auto, vacaciones en el exterior, estudios de postgrado?

IV) ¿Acaso el éxito es tener prestigio y el reconocimiento o alabanza de otras personas?

Ahora, detengámonos a pensar por un momento, qué era para Cristo Jesús tener éxito. De acuerdo con la Biblia, Jesús fue un hijo respetuoso y un buen carpintero. Luego, cuando fue adulto, predicó el evangelio, curó y alimentó a las multitudes. La Sra. Eddy se refiere a Jesús así: "Él expresó el modelo más elevado de la divinidad que forma carnal alguna podía expresar en aquella época".Ciencia y Salud, pág. 332.

El éxito de su carrera fue pleno en su resurrección, dándonos una prueba irrefutable de que la vida es eterna. La Sra. Eddy comenta: "La última demostración de Jesús fue la más elevada, la más convincente, la más provechosa para sus discípulos". Y luego agrega: "La demostración final de la verdad que Jesús enseñó, y por la cual fue crucificado, abrió una nueva era para el mundo. Aquellos que le mataron para detener su influencia, la perpetuaron y extendieron".Ibid., pág. 43.

Cuando seguimos el ejemplo de Jesús vemos que nuestro éxito consiste en hacer la voluntad de Dios con humildad; en sanar, en ayudar a otros, en discernir la naturaleza de Dios y el ser espiritual del hombre. Y, ¿cómo se puede medir nuestro éxito? ¿Acaso no es alcanzar un grado más elevado de espiritualidad, obtener más frutos mediante la curación cristiana y sentir una comunión espiritual más estrecha con Dios?

No es difícil ver que los modelos de éxito de Cristo Jesús y el que nos muestran las concepciones materialistas de la sociedad son bastante diferentes. Y en el Sermón del Monte se puede ver claramente cuál era el modelo de Jesús cuando explicó: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas". Mateo 6: 24. Adoptar ambos modelos es como querer viajar hacia el norte cuando seguimos la ruta del sur.

Hace un tiempo me esforzaba por progresar, tratando de seguir aquellos modelos que socialmente se piensa que profesionales competitivos y exitosos siguen; adoptando una actitud de fuerte competencia con los pares, siendo agresiva en el desempeño, y dedicándole todo mi tiempo. Pero, encontré que no me sentía totalmente conforme en ese papel, y que me costaba vivir el mandamiento, "Ama a tu prójimo como a ti mismo".

Por otra parte, me sentía mal cada fin de año, cuando no se me recompensaba económicamente o no se me daba otras funciones de responsabilidad, aunque hubiera cumplido mi trabajo con buenos resultados. Todo esto me traía frustración, y el sentimiento de que no valía o no era valorada a pesar de mis esfuerzos. Tampoco veía conveniente cambiar de empleo, porque estaba criando una niña pequeña.

Oré para reconocerme como la hija de Dios, como su reflejo espiritual, cuya razón de existencia es ser la expresión de Dios y hacer lo que Él quiere, y no mi voluntad personal. Comprender esto me permitió dar un vuelco en mi modalidad de trabajo: me esforcé por orar por mi trabajo y manifestar sabiduría en las decisiones, ser paciente y no moverme impulsivamente, y mantener buenas relaciones interpersonales. Me di cuenta de que no necesitaba competir, ya que Dios nos da progreso, ideas útiles y oportunidades, a todos Sus hijos.

Adoptando esta forma de pensar, estuve muy cómoda en mi empleo. Pero a fines del siguiente año el gerente no cumplió en darme un aumento de sueldo comprometido previamente, y me sentí engañada y desilusionada. Una noche cuando le comentaba a mi esposo todo lo que planeaba decirle a mi jefe al respecto, él me dijo: "Si vos estás segura de que Dios es quien te gobierna y quien te puso en ese lugar de trabajo para expresar sus cualidades, es a Dios a quien tenés que reclamarle". Si bien luego hablé con mi jefe sobre el tema en forma amigable, en mis oraciones le preguntaba a Dios: "Padre, ¿para qué me pusiste acá? Mostrame qué tengo que hacer".

Orando me di cuenta de que estaba confundiendo el éxito materialista con mi éxito en identificarme y vivir como hija de Dios, lo que ciertamente no consistía en tener más o menos dinero en mi cuenta bancaria. Comprendí que esta experiencia era una oportunidad para fortalecer mi confianza en que Dios gobierna mi progreso y así aprender una lección espiritual. Mi éxito radicaba en expresar las cualidades que provienen de Dios. Estaba aprendiendo mucho y siendo bastante eficiente en mis tareas, me llevaba bien con mi jefe y con todas las personas con quien me relacionaba porque me esforzaba por reconocerlas como la manifestación perfecta de Dios. Finalmente, unos meses después, me sorprendí bastante porque a pesar de que la empresa atravesaba dificultades financieras, recibí una compensación económica.

Esto me mostró que según el modelo de éxito que elijamos, será el rumbo que tomará nuestra experiencia. Desde pequeña me han ayudado sobremanera estas frases de la Sra. Eddy: "El que desea tener éxito en el futuro, debe aprovechar al máximo el presente". Y más adelante agrega:

"¡Manos a la obra, entonces!
Para todo preparados,
Trabajando, persistiendo,
Con paciencia ganaréis".Escritos Misceláneos, pág. 230.

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