En Cierta Época me sentía muy desdichada con mis estudios secundarios. Matemáticas me resultaba muy difícil. A pesar de todos mis esfuerzos, no lograba comprender los conceptos. Por último, mi profesor me dijo que nunca sería buena alumna en esta materia. Yo creí lo que me dijo y dejé de tratar de comprenderla. Abandonar este estudio no me ayudó para nada. Me empezó a ir mal en otras materias, y esto me hizo sentir que no era buena para nada. De hecho, me sentía como si llevara un gran cartel que decía: "mala en matemáticas, y en todo lo demás".
Mi manera de pensar cambió cuando comencé a asistir a la Escuela Dominical de la Christian Science y a leer la Biblia y Ciencia y Salud, todos los días. Este estudio me enseñó que no debía aceptar opiniones negativas acerca de mí misma y que sólo debía reconocer lo que Dios sabe de mí.
¿Qué es lo que Dios sabe de nosotros? Dios nos crea a Su imagen y semejanza, y conoce la capacidad de Sus hijos. Esto significa que dado que Dios es Mente, reflejamos Su infinita capacidad en todo lo que hacemos. Por lo tanto, tenemos la capacidad de ser eficientes en todas las actividades que emprendemos, ya sean estudios académicos, computación, música o deportes.
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