Conoci La Christian Science en Nueva York, cuando pasaba por un momento de desesperación. Habíamos venido de Costa Rica para cursar estudios universitarios. Pero mi hermano no podía estudiar porque se le desarrolló una dolencia de la vista para la cual ni la medicina ni la psiquiatría encontraban solución.
Le conté el problema a un profesor que siempre manifestaba gran serenidad. Él me indicó que tenía algo que podía ayudar a mi hermano y le obsequió un ejemplar de Ciencia y Salud. Mi hermano lo leyó y sanó.
Esto me impresionó sobremanera y me llevó al estudio de la Christian Science. Tiempo después tuve algo que pareció ser un colapso nervioso. Sentía que estaba sumido en una gran oscuridad. El muchacho que antes había sido atrevido y valiente, ahora sentía terror y era acosado constantemente por pensamientos de muerte. Me aterrorizaba hasta subir a un elevador o un automóvil. Me aferré a la Christian Science como único recurso. Había mucha lógica en lo que me decía Ciencia y Salud que me motivaba a seguir su estudio. Comencé a visitar una iglesia filial y le pedí ayuda a un practicista de la Christian Science. Al tiempo todos esos síntomas desaparecieron, terminé mis estudios y empecé a trabajar profesionalmente.
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