Tenía Once Años cuando entré por primera vez a una iglesia de la Christian Science, con un panadizo en el dedo. Años después, mi mamá me contó que yo no había dormido en dos noches debido al dolor que sentía. Cuando ella vio que iba a pasar otra noche así, dijo: "Vamos a esta iglesia donde, según escuché, hacen curaciones". Fuimos a nuestra primera reunión de testimonios de la Christian Science.
Recuerdo que entramos y me senté al final de una fila que daba a la ventana, con mi madre al lado. La mano palpitaba y me dolía mucho. Lo próximo que sé es que mi madre me tocó suavemente y me dijo que era hora de ir a casa porque la reunión había terminado. Me había dormido toda la hora, pero mi mano estaba mejor, ya no palpitaba. En media hora estaba de vuelta en casa y dormida otra vez. Muy pronto la mano estuvo sana. Habíamos encontrado una iglesia sanadora.
Después que me casé, como mi esposo no aprobaba ningún tipo de iglesia, yo no asistía a la iglesia con regularidad y sólo iba muy ocasionalmente cuando podía, para dejar contenta a mi mamá.
Cuatro años más tarde, mi suegro estaba enfermo en el hospital, y no se esperaba que se recuperara. Le dijo a mi madre que había escuchado acerca de la Christian Science. Le pregunté si quería que le pidiera a un Científico Cristiano que viniera y hablara con él. Aceptó entusiasmado. Era domingo, así que fui a la iglesia en busca de una mujer que siempre había sido muy buena conmigo en la Escuela Dominical y en las inusuales ocasiones en que había asistido yo a la iglesia. Durante el servicio, el solo habló sobre lo cerca que estamos de Dios, y después de oírlo me sentí muy cerca de Él. La ansiedad que sentía por la salud de mi pariente, desapareció, había regresado a una iglesia sanadora. La tan querida señora que yo buscaba estaba en la iglesia y fue a ver a mi suegro esa misma noche. Después de dos visitas él sanó y reconoció que la Christian Science lo había sanado.
Esta amorosa señora impresionó mucho a mi esposo, quien me permitió continuar asistiendo a la iglesia y llevar a nuestro hijo de dos años a la Escuela Dominical de la Christian Science.
Cuando pude asistir regularmente a la iglesia, siempre recordaba mi primera experiencia de esta iglesia sanadora y me esforzaba por entrar con amor en mi corazón, recordando el mandamiento que Dios le dio a Moisés: "Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es" (Éxodo 3:5). Cuando vamos a la iglesia con el deseo de aprender más acerca de Dios, nunca nos vamos sin Su bendición.
Un miércoles por la noche fui a la iglesia sintiéndome muy enferma y dolorida con lo que me habían diagnosticado como artritis. Cuando un testificante habló sobre la protección que le había dado el comprender que "el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina" (Apocalipsis 19:6), fue como si alguien hubiera encendido una lámpara en el túnel oscuro donde me encontraba. Caminé a casa con este mensaje y la luz se fue haciendo más brillante. Me aferré a las verdades que contiene este versículo toda la noche, afirmando que yo vivía en el reino de Dios, donde Él reina supremo. Por la mañana el dolor había desaparecido y podía caminar con libertad y así ha permanecido. El domingo de esa semana, mi mano, que se había torcido de una manera particular, estaba derecha.
Cuando crecían, mis dos hijos sanaron de varias de las llamadas enfermedades de niños, que supuestamente se habían pescado en la escuela: sarampión, varicela, paperas, por solo nombrar unas pocas. Se levantaron por la mañana con estas condiciones, y en cada oportunidad para el mediodía ya estaban sanos. Mi vida también ha recuperado la armonía mediante esta mayor comprensión de que el reino de Dios, la conciencia de todo el bien, está a nuestro alcance y es nuestro lugar natural de residencia.
Angmering-on-Sea,
West Sussex, Inglaterra