En El Mundo Actual de los negocios, es tentador pensar que obtener un diploma de una universidad en particular, el apoyo de una red de amigos y contactos, o la simple suerte, tienen algo que ver con el desarrollo de nuestras carreras. Pero lo que yo me he preguntado una y otra vez es si estoy dispuesto a reconocer que Dios es la mayor influencia en mi carrera. ¿Suena arriesgado? Depende realmente, de la manera en que percibimos a Dios.
La Biblia revela que Dios es el Padre-Madre del universo, que todo lo sabe, tiene todo el poder y que ama todo lo que ha creado. Su creación está compuesta de ideas que nunca están separadas de Él, de la Mente única. Esto significa que Dios está gobernando cada paso de Sus hijos. Él siempre sabe qué es lo mejor para Su idea; Su plan para Su creación es bueno. Ningún otro poder, ningún jefe irrazonable, ni serios problemas económicos, o empleo sin futuro, pueden interponerse en el camino del cumplimiento de Su plan. Si esto es lo que entendemos acerca de Dios, entonces poner nuestras carreras bajo Su cuidado no tiene nada de arriesgado.
Por eso, cuando nuestras carreras enfrentan problemas ¿cómo puede ser Dios una ayuda práctica? En realidad, Mary Baker Eddy nos recuerda en Ciencia y Salud que "Su obra está acabada, y sólo tenemos que valernos de la regla de Dios para recibir Su bendición, la cual nos capacita para ocuparnos en nuestra salvación".Ciencia y Salud, pág. 3. Una experiencia que tuve hace poco me demostró la veracidad de esta declaración.
El año pasado decidí dejar mi empleo e iniciar un negocio propio, fue una decisión tomada con relativa facilidad porque me habían prometido un contrato de tiempo completo como asesor de otra compañía. Era algo "seguro". Al poco tiempo, sin embargo, esta compañía se encontró en graves problemas financieros y al cabo de menos de cinco meses de estar trabajando para ella, me informaron que me cancelaban el contrato como asesor. Me quedaban cuentas por pagar y todos mis ahorros ya habían sido absorbidos por mi inversión inicial al establecer mi oficina en casa. La situación parecía muy sombría.
No obstante, la experiencia me había enseñado a no buscar en las circunstancias humanas ninguna indicación de lo que tenemos por delante en nuestra vida. Como dice la Biblia: "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu". 1 Cor. 2: 9, 10. Este Espíritu es la presencia de Dios Mismo, revelando a nuestros pensamientos más íntimos Su bondad, Su poder y Su amor por nosotros, aun cuando nuestros sentidos externos nos están diciendo que nuestra vida es un caos. Y es esta revelación la que trae una sensación de paz en momentos de desasosiego. En mi caso, eliminó la ansiedad y preparó el camino para que confiara de lleno en el plan que Dios tenía para mí.
Si admitimos que Dios permite que el bien en nuestra vida cambie para mal, que una situación económica segura se transforme en insegura, que una carrera claramente definida pase a tener poca o ninguna definición, entonces debemos admitir además que Dios Mismo puede cambiar, dejar de ser bueno para ser malo, dejar de amarnos y ser indiferente. Esto no puede estar más lejos de la verdad.
La clave para demostrar progreso constante en nuestra carrera es no asustarse ni perturbarse por lo que parecen ser altibajos en nuestra carrera. El Apóstol Pedro nos ilustró esta necesidad. Una noche, cuando él y los otros discípulos estaban en un barco, vieron a Jesús caminar hacia ellos sobre el mar. Véase Mateo 14:22–33. Pedro le pidió a Jesús que le permitiera ir a él. Al principio Pedro tuvo confianza en sus esfuerzos y caminó sobre el mar hacia el Maestro. Pero cuando "el fuerte viento" distrajo su atención, tuvo miedo, apartó su mirada de Cristo Jesús y comenzó a hundirse. Le rogó a Jesús que lo salvara y en seguida encontró la mano del Maestro que lo levantaba y escuchó su voz diciendo: "¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?"
La lección es clara. Debemos mantener nuestro pensamiento concentrado en lo espiritual y verdadero, en el ideal del Cristo, el hombre siempre unido a su Hacedor y apoyado por Él. Y no podemos permitir que ninguna condición material y humana nos distraiga, por más agresiva o persuasiva que sea, se trate de vientos fuertes como en el caso de Pedro, o una comunicación de despido. Ciencia y Salud nos dice que debemos "Quitar del pensamiento confianzas equivocadas y testimonios materiales a fin de que aparezcan las verdades espirituales del ser".Ciencia y Salud, pág. 428.
Una noche estaba sentado en la iglesia, y este pensamiento de despojarse de "confianzas equivocadas" me vino a la mente, y empecé a pensar sobre lo que realmente estaba sucediendo en mi experiencia. Comprendí que mi única ocupación verdadera era la de avanzar espiritualmente, lo que requería despojarme del sentido mortal de las cosas. Empecé a ver la importancia de mantener mi pensamiento enfocado en lo que era espiritualmente verdadero. Y lo más importante, empecé a sentirme dispuesto y hasta agradecido por la oportunidad de ver en mi experiencia lo que Dios había estado viendo todo el tiempo, es decir, progreso, dirección, continuidad, perfección. Este fue el punto culminante en mi pensamiento.
Después, esa misma semana llamé a una amiga y ex cliente en los negocios y le conté de mi necesidad de encontrar trabajo adicional. Ella, a su vez, me dijo que se acababa de abrir un nuevo puesto en su compañía. Si bien el puesto no era exactamente lo que yo estaba buscando, decidí pedirle una entrevista, siguiendo la guía de Dios a cada paso. Al poco tiempo, ambos estuvimos de acuerdo en los términos de un contrato como asesor, llenando una necesidad completamente distinta a la que motivó nuestra entrevista.
Me tuve que preguntar si había cambiado algo en realidad. Una semana era un contratista independiente, trabajando con un cliente en otra ciudad. A la semana siguiente seguía siendo un contratista independiente, trabajando para otro cliente, pero seguía trabajando. Una semana era la idea perfecta de Dios, el reflejo de Su bien inmutable. A la siguiente, era esa misma idea perfecta. Mi experiencia ha probado que la guía de Dios en mi carrera fue constante.
Dios es la única influencia verdadera en nuestra vida. Esta influencia no es etérea ni intangible, sino práctica y sustancial. Esto provee toda la habilidad, el apoyo, la inspiración, el propósito y la oportunidad necesarias para que nuestras carreras sean felices y satisfactorias. Las transiciones en nuestras ocupaciones humanas son inevitables. Pero es reconfortante saber que mientras continuemos apoyándonos en Dios, cada una de estas transiciones siempre será un puente en nuestro progreso espiritual.