Obedeciendo la orden que le dio su padre, el. pastor David fue al valle de Ela, donde sus hermanos estaban al servicio del ejército israelí. Allí vio a Goliat, el gigante de Gat. Goliat estaba bien equipado para la batalla, y tenía el respaldo del ejército filisteo. Alardeando con arrogancia al lado opuesto del valle, el gigante ridiculizaba a los israelitas, y los desafiaba para que uno de ellos tuviera un duelo con él. Debido a esto, los israelitas estaban paralizados por el temor.
David evaluó la situación. Él había rescatado sus ovejas de las garras de un león y de un oso, y con ello había probado que el poder de Dios era superior al poder de cualquier enemigo. Así que aceptó el reto de Goliat; David le dijo: "Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos". Samuel 17:47. La derrota de Goliat a manos de David, fue una gran victoria para Israel.
De vez en cuando todos nos enfrentamos con un "Goliat". Pero, ¿qué hacemos para vencerlo? Una cosa es cierta: se necesita valor. Pero esto no significa que necesitemos una gran fuerza de voluntad humana. El verdadero valor se expresa mejor cuando tenemos confianza en Dios, y estamos dispuestos a apoyarnos en Él.
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