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Bolsas que no envejecen

Del número de julio de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Día Que me robaron la billetera, no había mucho dinero en ella; sin embargo, el perder mi licencia de manejo, mi identificación y mis tarjetas de crédito, fue un gran contratiempo. Me llevó alrededor de una semana arreglar todos los inconvenientes que provocó el robo. Pero lo que realmente me disgustó fue que otros dos familiares cercanos fueron robados ese mismo fin de semana; esto sin mencionar el hecho de que un par de meses antes, el auto de otro familiar había desaparecido del frente de su casa.

Aunque el seguro cubrió la mayoría de las pérdidas, yo no podía simplemente decir: "Todo está bien; recuperamos el dinero y reemplazamos lo que se perdió". Había algo más importante en juego, algo que requería una solución más profunda. ¿Cuál era realmente el problema de fondo? Bueno, podría ser lo que algunos han llamado "la epidemia de corrupción a nivel mundial". Según el Carnegie Endowment for International Peace, este "estallido de corrupción" adopta diversas formas en los diferentes países. En ocasiones se manifiesta como: escándalo político, narcotráfico, soborno, crimen organizado, o como tráfico de materiales biológicos y nucleares. Otras veces se presenta como crimen callejero: asalto, robo o asesinato. Pero en todos los casos, corroe la salud y el bienestar públicos. Véase Robert S. Leiken, "Controlling the global corruption epidemic", Carnegie Endowment for Internacional Peace, Nº 105, pág. 55.

Si bien es cierto que en algunos países las estadísticas de criminalidad tienen cifras generalmente bajas, la delincuencia juvenil va en aumento. La violencia, los homicidios y las actividades de las pandillas tuvieron un incremento notable en la década pasada. Algunas personas están prediciendo un desastre, si no se invierte esta propensión. El presidente de los Estados Unidos, previno: "Tenemos aproximadamente seis años para invertir la tendencia de la delincuencia juvenil, o nuestro país vivirá en el caos". John F. Harris, "Clinton Announces Offensive Against Rising Juvenile Crime", The Washington Post, February 20, 1997. Pero, ¿qué es lo que podría invertir esta tendencia? Ciertamente, algo más que los métodos tradicionales para el control de la delincuencia, como vigilar y castigar. Quizá lo que se requiere es un planteamiento poco convencional; algo que eche por tierra toda la serie de falsos valores sobre los que se apoya la corrupción. Valores que dicen que hay una cantidad limitada de riqueza material; que la gente tiene que luchar y esforzarse para obtenerla, y, si es necesario, delinquir o llegar a matar.

Tal vez esto requiera un sistema de valores totalmente nuevo: un sistema de valores espirituales. Un sistema que promueva la paz, la integridad, y el respeto hacia nuestro prójimo. Que promueva el dar en lugar del tomar; que promueva la familia y la comunidad, en lugar de concentrarse en uno mismo.

El filósofo Jacob Needleman desea este tipo de reordenamiento de las prioridades colectivas, en su libro "Money and the Meaning of Life" (El dinero y el sentido de la vida): "La religión, la educación, la búsqueda del conocimiento científico, la medicina, el gobierno, así como la mayoría de nuestras relaciones diarias, han sido cercadas y capturadas por nuestra compulsión por la riqueza material", señala en tono de queja. "Debemos encontrar la salida, el camino que nos vuelva a los valores y prioridades que representan la verdadera naturaleza íntegra del hombre".Money and the Meaning of Life (New York: Currency Doubleday, 1991), págs. 22—23.

¿Y qué haremos para propiciar este cambio de valores? Bueno, aquí es donde entra la idea de las bolsas que no envejecen. Es una idea que empezó con Jesucristo de Nazaret hace unas sesenta y cinco generaciones, y que redefine totalmente los valores. Esto fue lo que ocurrió: un día, Jesús les dijo a sus seguidores que dejaran de preocuparse tanto por el dinero; lo importante, dijo, es ser "rico para con Dios". A continuación, Jesús explicó cómo lograrlo: "Haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye". Lucas 12:21, 33.

¿"Bolsas que no se envejezcan"? ¿Tenía Jesús los pies en la tierra? Realmente, él no tenía nada en la tierra, sino que todo lo tenía en el cielo; y allí todo está seguro. Seguro en el reino donde Dios mismo gobierna absolutamente por medio de la ley divina. Un reino donde el amor espiritual, la nobleza, la honestidad y la veracidad, son importantes. Un reino en el que no debes preocuparte por perder las posesiones materiales, porque allí, no existen tales posesiones; todo es espiritual, todo es bueno, todo es real y todo es eterno. Y allí la abundancia es inagotable, mientras estés dispuesto a mantener tu corazón en el reino. Allí están tus valores; allí está tu tesoro, en bolsas que no se envejecen.

¿Cómo sabemos que Jesús estaba en lo cierto sobre estas bolsas que nunca se gastan? Porque él guardó sus tesoros allí. Él puso su propia vida en ese reino; y le resultó bien. Su vida estuvo segura, aun cuando sus enemigos lo golpearon, lo clavaron a la cruz, lo dejaron allí hasta que determinaron que estaba muerto, y lo sepultaron. Tres días después, Jesús salió vivo de su tumba. Y el mundo nunca ha vuelto a ser el mismo.

El Cristo es el camino de la vida, la esperanza y la curación.

Pero la gente que trató de matar a Jesús, puso sus tesoros en unas bolsas muy diferentes. Bolsas de egoísmo, codicia y materialismo. De hecho, el discípulo que entregó a Jesús a sus enemigos, un zelote radical llamado Judas Iscariote, era el encargado de la bolsa donde Jesús y sus seguidores guardaban el poco dinero que tenían. Véase Juan 12:6. Y no sólo eso, este "hombre-daga" (que es uno de los significados de "Iscariote") era un "ladrón"; él realmente robaba dinero de la bolsa misma que debía cuidar.

El fin de Judas fue trágico. Cuando se dio cuenta de lo equivocado que había estado, sintió amargura. Con desesperación trató de corregir lo que había hecho y regresar las treinta monedas de plata que los perseguidores de Jesús le habían pagado para que traicionara a su Maestro. Y cuando estas personas no aceptaron el dinero, Judas se ahorcó.

Cuando uno piensa en el fin de Judas, estas palabras en Ciencia y Salud parecen totalmente apropiadas: "Los tesoros sensuales están guardados 'donde la polilla y el orín corrompen'"; Mary Baker Eddy añade: "La mortalidad es su sentencia".Ciencia y Salud, pág. 241. Pero nuestra época no está condenada a esta sentencia. El mundo no necesita precipitarse cada vez más hacia la criminalidad y el cataclismo. La gloria de la resurrección de Jesús, nos dice que hay un camino mucho mejor por el cual viajar. Ese camino es el Cristo. El camino de la vida, la esperanza y la curación.

Nada puede impedir que tú y yo, en este preciso instante, nos comprometamos a andar por este camino. Nada puede impedir que dejemos atrás los viejos tesoros, y que obtengamos los nuevos. Nada puede impedir que nos deshagamos de las bolsas viejas, y que consigamos unas nuevas, que sean espirituales y eternas. Todo lo que tú y yo hagamos en este sentido, tiene el respaldo del poder de Dios. Es por eso que literalmente puede cambiar el curso de la historia. Y también puede ablandar los corazones de los hombres-daga.


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