Todo el mundo notó lo tranquila que estaba la clase aquel día. Había faltado David. "Es difícil escuchar cuando está David", dijo uno de los alumnos. Otros alumnos de la clase de la Escuela Dominical se unieron con sus comentarios. A Danny le resultaba muy difícil llevarse bien con David. Aun cuando se sentaban en extremos opuestos de la mesa, algunas veces se empujaban y se golpeaban entre sí.
"Esta también es la clase de David", les recordó la maestra. "Debemos saber que la armonía nos pertenece a todos, como hijos de Dios, no depende de otra persona."
La maestra hizo que leyeran la historia de José, que se encuentra en la Biblia. Génesis 37:3 a 46:7. Evidentemente los hermanos de José pensaron que la familia estaría mejor sin él. José era el hijo favorito de su padre y probablemente éste le brindaba mayor atención; de modo que sus hermanos decidieron hacer algo al respecto. Tomaron a José y lo arrojaron a una cisterna. Allí lo encontraron unos viajeros y se lo llevaron y luego lo vendieron como esclavo. Y los hermanos le mintieron a su padre diciéndole que su hijo favorito había muerto.
La Biblia no nos dice que José alguna vez haya sentido resentimiento hacia sus hermanos. Ni tampoco que haya sido una persona abandonada a quien nadie quería. En lugar de ello, José se dio cuenta de que Dios tenía un propósito para él.
Finalmente aconteció que José llegó ante la presencia del Faraón de Egipto e interpretó el sueño que éste había tenido. Predijo siete años de abundancia, seguidos por siete años de escasez. El Faraón le encargó entonces la tarea de aprovisionar suficiente alimento para el pueblo.
Durante los años de hambre, los hermanos de José vinieron a Egipto en busca de alimentos. Cuando José decidió que podía confiar en sus hermanos, los ayudó y los bendijo, tanto a ellos como a su padre y a toda su familia, del mismo modo que bendijo a los egipcios y a muchos pueblos vecinos. Dijo: "...Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación". Gén. 45:7.
Continuar amando a pesar de las circunstancias es la verdadera prueba de amor y fraternidad. La Sra. Eddy nos habla acerca de lo que significa amar de esta manera: "Los ricos en espíritu ayudan a los pobres en una gran hermandad, teniendo todos el mismo Principio, o Padre; y bendito es ese hombre que ve la necesidad de su hermano y la satisface, procurando su propio bien beneficiando a otro".Ciencia y Salud, pág. 518.
Probablemente entiendas qué importante es trabajar en paz con tus compañeros y tus maestros en la escuela, o con tus hermanos. A veces hay que hacer un gran esfuerzo para lograrlo, especialmente si los demás no se sienten cómodos o piensan que alguien es injusto con ellos. Pero entonces, debemos recordar que Dios, el Amor, no tiene favoritos. Que no hay competencia en el Amor. Nadie está excluido de la bondad de Dios. Todos estamos bajo Su amoroso control y cuidado.
Danny todavía no lograba entender cómo David podía ser hijo de Dios y actuar de la forma en que lo hacía a veces. La maestra le explicó que Dios había creado al hombre totalmente bueno y que Él conocía al hombre como Su expresión amorosa y alegre. Eso incluía a David. "Dios nos ama: a ti, a mí y a él", le dijo. "David está incluido en el amor de Dios, al igual que nuestro amigo de la Biblia, José".
Todos decidieron que tratarían de querer mucho a David. "Después de todo", dijo Danny, "si Dios puede amarlo, nosotros al menos podemos intentarlo". Estuvieron de acuerdo en que no tenían por qué amar las cosas molestas que pudieran hacer las personas, porque las mismas bajo ningún concepto formaban parte de los hijos de Dios.
El domingo siguiente David y Danny llegaron caminando juntos y felices. Todos querían saber lo que había ocurrido.
Los niños contaron que al comenzar David su reparto de diarios se le había pinchado la bicicleta. Danny pasó por allí en bicicleta y se ofreció a ayudarlo a repartir. Se convirtieron en grandes amigos.
A partir de entonces, la clase de la Escuela Dominical fue mucho más placentera. Poco después, la maestra les leyó un poema de Edwin Markham titulado "Inteligencia" (Los poemas más queridos del pueblo estadounidense, Nueva York, Doubleday, 1936, pág. 67). Este poema nos recuerda la necesidad de actuar con amor cuando alguien se siente dejado de lado:
Dibujó un círculo que me dejó afuera —
Hereje, rebelde, algo que despreciar debiera.
Pero el Amor y yo teníamos el ingenio para triunfar:
¡Dibujamos un círculo que lo pudo abarcar!