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Dios nos ama: a ti, a mí y a él

Del número de julio de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Todo el mundo notó lo tranquila que estaba la clase aquel día. Había faltado David. "Es difícil escuchar cuando está David", dijo uno de los alumnos. Otros alumnos de la clase de la Escuela Dominical se unieron con sus comentarios. A Danny le resultaba muy difícil llevarse bien con David. Aun cuando se sentaban en extremos opuestos de la mesa, algunas veces se empujaban y se golpeaban entre sí.

"Esta también es la clase de David", les recordó la maestra. "Debemos saber que la armonía nos pertenece a todos, como hijos de Dios, no depende de otra persona."

La maestra hizo que leyeran la historia de José, que se encuentra en la Biblia. Génesis 37:3 a 46:7. Evidentemente los hermanos de José pensaron que la familia estaría mejor sin él. José era el hijo favorito de su padre y probablemente éste le brindaba mayor atención; de modo que sus hermanos decidieron hacer algo al respecto. Tomaron a José y lo arrojaron a una cisterna. Allí lo encontraron unos viajeros y se lo llevaron y luego lo vendieron como esclavo. Y los hermanos le mintieron a su padre diciéndole que su hijo favorito había muerto.

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