Muchos Productos o métodos alegan en sus anuncios que sirven para restaurar el aspecto juvenil. Una revista mencionaba un medicamento para que los hombres calvos recuperaran el cabello, otro para mejorar la apariencia de la piel y otros para restaurar la energía perdida. En un anuncio que recibí hace poco por correo, una compañía afirmaba que su producto mejoraba la memoria y que extendería la vida en un 18 por ciento.
No tiene nada de malo querer vitalidad y frescura. Después de todo, Cristo Jesús exhortaba a sus seguidores a ser como niños. Él decía: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". Mateo 18:3. No obstante, Jesús no recomendaba el uso de medicamentos ni de cirugía plástica para lograrlo. El cielo es el reino de Dios, el Espíritu divino. Y el hombre está hecho a imagen de Dios, el Espíritu. El hombre es espiritual, no es material. Y la edad no forma parte de nuestro ser eterno, como imagen de Dios. En el libro de texto de la Christian Science, Mary Baker Eddy escribe: "El hombre en la Ciencia no es ni joven ni viejo".Ciencia y Salud, pág. 244. Por lo tanto, únicamente mediante la espiritualidad experimentamos la dicha y la vitalidad del Espíritu.
La belleza, la gracia y el poder que son inherentes al hombre de Dios, Su reflejo, nunca se pierden. Pero puede que se mantengan ocultos si nuestro concepto de la vida se funda en la creencia de que el hombre es mortal y material. Como un rayo de luz que atraviesa las nubes, el Cristo, la Verdad, disipa ese concepto material erróneo y pone de manifiesto a la humanidad el ser siempre joven e indestructible del hombre de Dios.
Cuando Jesús nos decía que fuéramos como niños, quería que desarrolláramos las cualidades de los niños, como inocencia, capacidad de aprender y receptividad. La inocencia pura ama el bien y rechaza el mal. La receptividad está abierta a la Verdad, está pronta a indagar, escuchar y responder al mensaje de Dios.
Ciencia y Salud declara: "Jesús amaba a los niños por estar libres de mal y por su receptividad a lo que es justo. Mientras la edad madura claudica entre dos pensamientos o lucha contra falsas creencias, la juventud hace progresos fáciles y rápidos hacia la Verdad".Ibid., pág. 236. Cuando expresamos cualidades como inocencia y receptividad, percibimos la eterna individualidad del hombre.
Sin embargo, los prejuicios, la terquedad, la superstición, las contiendas y el temor, pueden cerrar nuestros pensamientos al paso de la Verdad y el Amor. Aferrarnos a puntos de vista opuestos — que la Vida es buena, pero que nuestra vida es mala; que el Espíritu puede sanar, pero no a nosotros; que Dios es Amor, pero algunas veces es vengativo — nos coloca en un estado mental sujeto a controversia. El aferrarse con vehemencia a ciertas opiniones humanas, puede hacer que nos sintamos satisfechos con nosotros mismos y que nos resistamos a progresar.
"Envejecer" no es algo que le ocurre automáticamente al organismo humano, sino que es una forma de pensar, es la acción de la mente mortal. Cuando no comprendemos que nuestra vida proviene de Dios, la Vida y el Espíritu eternos y que no envejecen, y confiamos, en cambio, en los sentidos materiales para definirnos a nosotros mismos, estamos sujetos a la creencia en el envejecimiento y la decadencia.
Podemos eliminar ese error comprendiendo que es irreal y entendiendo la realidad absoluta y la totalidad de Dios, el bien inmortal.
Cuando seguimos a Cristo como niños pequeños, aprendemos a demostrar el poder que tiene el Cristo, la Verdad, para destruir el error. Esto nos libra de las creencias falsas que se asocian con el envejecimiento. El Cristo ha venido para darnos un sentido más verdadero y abundante de Vida.
En cualquier etapa de nuestra experiencia, podemos salir de las "viejas" formas de pensar y adentrarnos en una comprensión de nuestra inocencia y receptividad puras como hijos de Dios. De esta forma, obtenemos conceptos más frescos y espirituales respecto a la vida que son un aliento para nuestros pasos. Vemos que las cualidades espirituales de la juventud son, y siempre han sido, nuestras. Como nos promete Ciencia y Salud: "La comprensión de que la Vida es Dios, el Espíritu, prolonga nuestros días, pues fortalece nuestra confianza en la realidad imperecedera de la Vida, su omnipotencia e inmortalidad".ibid., pág. 487.