Anduvimos juntos por tantos caminos,
senderos alegres con flores y pájaros,
con el sol en lo alto de un cielo sin nubes,
iy era tan alegre y tan suelto mi paso!
Anduvimos juntos por tantos lugares,
y vi tantas cosas y he gozado tanto;
pero fue cayendo la noche, y de pronto,
ya no hubo más flores ni risas ni cantos.
Y aprendí, de a poco, que con sol o nubes,
con flores o espinas, con risas o llantos,
siempre que apoyaba mi mano en la Tuya
se hacía más firme y seguro mi paso.
Mi mano en Tu mano, ¡qué apoyo tan firme!
y, aunque yo no vea hacia donde vamos,
la noche no puede negar Tu presencia
si sé que mi mano descansa en Tu mano.
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