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¿Un tratamiento médico para mantener la juventud?

Del número de septiembre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En El Parque Nacional de Yosemite hay que subir una cuesta empinada para poder llegar hasta la cima del "Half Dome". Los alpinistas se auxilian con cables sujetos con pernos a las rocas. Es una tarea difícil, porque uno se trepa tomándose de los cables, y pasa junto a los que descienden por el mismo camino.

Hace algunos veranos, justo en el momento en que iniciaba el último tramo, hablé con una joven sobre lo difícil que era subir. Me aseguró que se podía, y exclamó: "Allá arriba hay una mujer sorprendente. Pudo recorrer todo el camino, y aunque no lo crea tiene más de cuarenta años".

Como yo estaba cerca de esa edad, me causó gracia la opinión de aquella joven. Son tantas las restricciones que pesan sobre las personas por el simple tictac del reloj. Parecería que son inevitables las limitaciones que conlleva el envejecimiento, y sin embargo, muchas personas desafían esas limitaciones. Incluso, no es fuera de lo común ver a personas "de edad madura" disfrutar del ciclismo, el esquí, el snowboarding, el surfing y el patinaje, así como el alpinismo.

Aunque la práctica de esas actividades puede ser una manifestación natural de las más genuinas cualidades espirituales de la eternidad, muchas personas tratan en la actualidad de preservar su juventud y su apariencia juvenil. Han aumentado los tratamientos a base de estrógenos, la cirugía plástica facial y muchas otras formas de tratamientos químicos y cirugías plásticas. Hace poco leí en una revista: "Las estadísticas obtenidas por la Asociación de Cirugía Plástica Estética de los Estados Unidos, revelan que el 35 por ciento de los pacientes de cirugía plástica facial tienen 50 años o menos: 'Los pacientes quieren verse más jóvenes a edad más temprana', afirma el Dr. Boris Ackerman, director del Centro de Cirugía Plástica con Láser, de Newport Beach, California. 'Tal vez llegue el momento en que todos queramos mantener el aspecto que teníamos a los 30 años' ". Kendall Hamilton y Julie Weingarden, "Lifts, Lasers, and Liposuction: The Cosmetic Surgery Boom", Newsweek, 15 de junio de 1998.

¿Es acaso esta atención extrema en el cuerpo la respuesta para escapar del proceso de envejecimiento? ¿Es una vida de constantes alteraciones físicas y compensaciones químicas, la forma de detener lo que se asocia con el paso del tiempo? La verdad es que no.

Lo que trae libertad es la espiritualidad, la renovación espiritual. La Biblia deja bien claro que la clave es entender a Dios y la relación del hombre con Él: "...amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días". Deuteronomio 30:20.

Dios, el Espíritu, es la fuente y la sustancia de nuestra vida. El mejor tratamiento para vencer las limitaciones de la edad no está en las cremas, la cirugía ni en las pastillas, sino en amar y comprender a Dios, el Espíritu.

A medida que percibimos que Dios es la Vida ilimitada, se pone de manifiesto que el hombre (término genérico que incluye ambos géneros) tiene una relación inseparable e interminable con la fuente de toda vida. En dicha fuente y relación no hay elementos de muerte, decadencia, deterioro o declinación. Como resultado, el hombre tiene que experimentar una vida sin límites aquí y ahora, como imagen y semejanza de Dios; la vida eterna no es algo que se obtiene después de un acontecimiento al que se llama muerte.

La respuesta a la pregunta, "Si esta es la vida eterna, ¿cómo deseo vivirla?", expresa cuáles son nuestras expectativas en la vida. Vivir como si este momento perteneciera a la Vida eterna nos trae una sensación de libertad. ¡Pensemos en el amor que Dios tuvo hacia todos Sus hijos para haberlos creado para toda la eternidad! Pero, para poder entender que la vida del hombre no muere, debe haber un cambio en el pensamiento, de la materia al Espíritu.

El mejor tratamiento para vencer las limitaciones de la edad está en amar y comprender a Dios, el Espíritu.

En lo que Mary Baker Eddy ha llamado "la declaración científica del ser", aprendemos la realidad del Espíritu y la nada de la materia. Dicha declaración dice en parte: "El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal".Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 468. En la materia no hay nada de lo que se pueda construir la vida, puesto que la materia comienza con límites y su verdadera naturaleza es temporal. De manera que, si nos concentramos en la materia, seguiremos teniendo decepciones y una mayor dependencia de los remedios materiales con cada tictac de ese reloj biológico.

Por el contrario, la vida inmortal proviene del Espíritu. En el hombre se reconoce mediante las cualidades perdurables que se derivan de Dios. A medida que cambiamos del sentido material de las cosas, al reconocimiento de la unidad real del hombre con la Vida divina, es natural que vivamos con mayor libertad, que esperemos tener vitalidad, salud, espontaneidad y amor.

La belleza de la verdadera eternidad es la que llega sin ninguna de las cargas de la edad — ya sean de la juventud o de la vejez. Su promesa es eliminar los conceptos perturbadores de "demasiado joven" o "demasiado viejo" en favor de "lo que es correcto" desde el punto de vista espiritual. El no tener edad hace que la espontaneidad y las expectativas de la juventud se sumen a la sabiduría y la confianza de la madurez en un balance perfecto.

Un estudio de los pasajes de la Biblia que hacen referencia a la edad y al envejecimiento, revela que el premio no es hacer retroceder las manecillas del reloj, sino descubrir la vida eterna como la fuente de una renovación constante. En el Apocalipsis, San Juan transmite el pacto de Dios: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas... al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida". Apocalipsis 21:5.6. Estamos bebiendo, desde el punto de vista metafórico, inspiración fresca sobre nuestra verdadera naturaleza como expresión o imagen de la Vida, que, al mismo tiempo, nos refresca, renueva y regenera. La manifestación más clara de esta renovación es la libertad de acción, de salud y de movimiento.

Todos podemos ir a la fuente prometida y beber de la vida eterna. ¿Cómo? Mirando más allá de los límites que nos impone la materia. Mirándonos a nosotros mismos como una idea espiritual, como la imagen de Dios, la Vida eterna, que no conoce fronteras y que se renueva con las reservas infinitas del Amor.

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