Durante casi seis décadas
ha sido un músico profesional trabajando como director de orquesta, trombonista y arreglador. Él, con su orquesta y coro, son famosos en todo el mundo, y sus álbums están entre los diez de mayor venta. habló con Ray Conniff sobre el papel que ha tenido la oración en su carrera.¿Cómo comenzó su carrera de músico? En la secundaria tocaba en una banda pequeña, y cuando me gradué ya se había comenzado a divulgar la novedad de que ese chico de Attleboro, Massachusetts, tocaba el trombón y era bastante bueno. Recibía llamadas y tocaba con los grupos que había en la zona. Toqué en el área de Boston por cerca de un año, y entonces mis amigos me dijeron: "No te quedes en Boston, vé a la Ciudad de Nueva York, porque es allí donde están las oportunidades". Así lo hice, y durante un tiempo trabajé con varias orquestas, como Bunny Berigan y Artie Shaw, Bob Crosby, Harry James. Esto hizo que me fuera a la costa oeste.
Allí pasé por lo que llamo "los años de las vacas flacas". Durante dos años casi no tuve ninguna entrada. Y para ese entonces ya estaba casado y tenía dos hijos y un hijastro, y mi madre estaba viviendo con nosotros. Una noche fui a una sesión de jazz con otros músicos del Studio City en California. Había decidido ir para ver si conseguía que alguien me prestara dinero para pagar las cuentas de teléfono, luz y gas, que estaban vencidas.
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