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Un mensaje de amor en la Música

Del número de septiembre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante casi seis décadas ha sido un músico profesional trabajando como director de orquesta, trombonista y arreglador. Él, con su orquesta y coro, son famosos en todo el mundo, y sus álbums están entre los diez de mayor venta. habló con Ray Conniff sobre el papel que ha tenido la oración en su carrera.

¿Cómo comenzó su carrera de músico? En la secundaria tocaba en una banda pequeña, y cuando me gradué ya se había comenzado a divulgar la novedad de que ese chico de Attleboro, Massachusetts, tocaba el trombón y era bastante bueno. Recibía llamadas y tocaba con los grupos que había en la zona. Toqué en el área de Boston por cerca de un año, y entonces mis amigos me dijeron: "No te quedes en Boston, vé a la Ciudad de Nueva York, porque es allí donde están las oportunidades". Así lo hice, y durante un tiempo trabajé con varias orquestas, como Bunny Berigan y Artie Shaw, Bob Crosby, Harry James. Esto hizo que me fuera a la costa oeste.

Allí pasé por lo que llamo "los años de las vacas flacas". Durante dos años casi no tuve ninguna entrada. Y para ese entonces ya estaba casado y tenía dos hijos y un hijastro, y mi madre estaba viviendo con nosotros. Una noche fui a una sesión de jazz con otros músicos del Studio City en California. Había decidido ir para ver si conseguía que alguien me prestara dinero para pagar las cuentas de teléfono, luz y gas, que estaban vencidas.

"De pronto comprendí que mi provisión ya no era un problema".

Cuando terminó la sesión, un saxofonista salió y le pedí dinero prestado. Me preguntó cómo andaban mis cosas. Entonces le dije: "¡Mi situación es terrible!" Me preguntó cuál era el problema. Y le conté la historia más triste que se pueda usted imaginar, desde los agujeros que tenía en la suela de mis zapatos hasta los pagos vencidos de la hipoteca.

Entonces me dijo: —¿Te importa si te hago algunas preguntas? ¿Cómo estás de salud?

— Bien, estoy bien de salud.

— Y ¿cómo están tus hijos? ¿Están bien?

— Sí, mis hijos están muy bien.

— Y ¿cómo está tu esposa?

— Oh, ella está bien.

—¿Tienes dónde pasar la noche?

— Sí, la casa sigue allí.

—¿Tienes comida para poner en la mesa mañana por la mañana?

— Bueno, creo que nos podemos arreglar, siempre lo hacemos.

— Muy bien. Durante diez minutos lo único que te escuché decir fue que tu situación es terrible, llena de problemas, pero en los últimos treinta segundos, hemos descubierto cinco cosas por las cuales puedes estar agradecido. Según parece, lo que necesitas es cambiar tu pensamiento y dar gracias, en lugar de pensar todo el tiempo en los agujeros que tienes en los zapatos. Voy a hacer esto: te presto veinte dólares. No te preocupes cuándo me los vas a devolver. El día que estés bien económicamente, me los devuelves. (Y así lo hice.) Pero quiero que me prometas algo, agregó. Te voy a dar un folletito que quiero que leas a cambio de este préstamo.

— Trato hecho — respondí. La verdad que el folletito no me importaba para nada, lo que yo quería eran los veinte dólares.

— A propósito — dijo —. Compré este folletito en la Sala de Lectura de la Christian Science que está aquí al lado. Si te gusta lo que lees, puedes ir y leer otros folletitos y estudios como éste.

— Muy bien. Gracias — le respondí.

Nos dimos la mano y nos despedimos. Fui a casa y esa misma noche leí el folletito. Era "La ley de Dios que todo lo ajusta", por Adam H. Dickey.

Fue como si alguien hubiera encendido una luz sobre mi cabeza. De pronto comprendí que mi provisión ya no era un problema. Las cuentas seguían arriba de mi escritorio y en ese sentido nada había cambiado, pero yo simplemente supe que todo estaría bien. Me encantó leer que Dios alimenta y viste al hombre como a los lirios, y yo sabía que nadie se viste mejor que un lirio.

Las ideas del folletito fueron toda una revelación para mí. Me levanté a la mañana siguiente con una actitud totalmente diferente sobre cómo serían satisfechas mis necesidades. Es muy cierto lo que Mary Baker Eddy dice sobre la provisión: "Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria" (Escritos Misceláneos, pág. 307).

En lugar de quejarme por mis problemas, comencé a concentrarme en todo el bien que tenía en mi vida. También, por un tiempo, fui dos horas por la tarde a la Sala de Lectura a estudiar diferentes artículos sobre provisión. Encontré muchas ideas que consideré importantes. Y muy pronto, comencé a recibir llamadas. Recuerdo que también compré un anotador donde cada persona a la que le debía dinero tenía una página asignada, e hice un programa de lo que yo pensaba que podía pagarles. Le escribí a cada una de ellas explicándoles lo que estaba haciendo y diciéndole que estaba realizando y diciéndole que estaba realizando un nuevo estudio y que todo iba a estar bien ahora. En respuesta, varias personas me escribieron algunas de las cartas más maravillosas que haya recibido. Como dije, todo el problema terminó cuando leí ese primer folletito, porque mi actitud cambió por completo.

Fue entonces cuando realmente se inició su carrera? Sí. Comencé a recibir muy buenas llamadas, y recibí una propuesta muy lucrativa con la Orquesta de Frank DeVol. Luego volví a componer para la orquesta de Harry James. Llegó un momento en que me iba muy bien en Los Ángeles, pero yo sentía de algún modo que no estaba haciendo todo lo que podía hacer. Entonces regresé a Nueva York, y allí fue que me conecté con la Columbia Records. Comencé a trabajar con ellos en 1955 y estuve con ellos hasta hace cerca de un año.

Yendo a un área un poco diferente, ¿considera usted que su música tiene un propósito espiritual? Lo único que puedo decir es que cada vez que me piden que escriba música o que prepare un concierto, oro al Padre para que me guíe a hacer Su voluntad. He recibido algunas cartas muy fuera de lo común de gente a las que mi música les ha dejado un mensaje.

Piensa que ha logrado llegar al corazón de la gente? Realmente no sé cómo contestar esa pregunta, porque tendría que ir a ver y preguntar a toda la gente que escucha. Pero he tenido un par de instancias en las que la gente dice que han sanado físicamente al oír mi música. Así que puede ser que el Padre me haya ayudado a poner algo especial en ella.

En una ocasión recibí una carta de una señora en Sudamérica. Sus padres habían muerto cuando tenía diez años, y ella se había ido a vivir con una tía que, según ella, la agredía. Su cumpleaños de quince fue una ocasión muy triste. No tuvo fiesta, ni regalos, ni siquiera se acordaron. Ella decidió tomar una medicina y ”dormirse para siempre”, la noche del 17 de julio de 1961. De pronto escuchó música que venía del jardín. Algo en la música cambió su pensamiento. Se fue a dormir, y al día siguiente arrojó las pildoras a la basura, y decidió continuar con su vida. La música que escuchó fue mi grabación de ”Bésame mucho”. Cuando me escribió ella tenía cuarenta y cinco años, y estaba casada y tenía hijos. Hubo algo en esa canción que la impactó. No sé qué fue, pero tuvo un efecto importante en ella.

Normalmente no digo esto en una entrevista, pero la verdad es que durante, antes y después de los conciertos, y siempre que puedo, oro constantemente: ”Padre, ayúdame a decir lo correcto. Ayúdame con los compases. Ayúdame con la música. Ayuda a que la gente olvide sus problemas por ahora, y que escuche la música”. Siempre oro algo así.

Lo que usted siente en esos momentos es la presencia del Cristo, realmente. Y nada podría beneficiar más a sus oyentes. Pero ¿qué me dice de usted? Década tras década sigue avanzando con el mismo entusiasmo, la misma alegría, la misma inspiración. ¿Qué es lo que lo hace avanzar, aparentemente, sin límites? Oro mucho, y no sólo por mí mismo. Hay mucha necesidad de que haya buena música. No sé muy bien cuál es la definición de ”buena” música, pero considero que actualmente no hay a veces muy buena música para que escuchen los jóvenes.

Considera que hay necesidad de espectáculos mejores y más sanos? Así es. Que se escuchen a Tchaikovsky y Rachmaninoff y algunos de los grandes compositores melódicos. Uno de los más grandes libros que se han escrito es la Biblia. Así es también con la música. Los compositores y escritores jóvenes podrían aprender mucho al escuchar a los grandes maestros.

Obviamente, usted ama a Dios. Y ama a sus oyentes y a la gente joven. Quiere darles algo que saque a relucir lo más noble en ellos. A usted lo motiva el amor, ¿no es así? Usted lo ha dicho de una manera maravillosa. Es decir, como resultado de mis oraciones al Padre, durante todos estos años he estado poniendo un mensaje de amor en mi música.

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