Estudio en un colegio militar donde siempre estamos muy ocupados con muchas actividades y practicamos muchos deportes. Hace unos dos años, durante un partido de básquetbol, salté para agarrar un rebote y cuando bajé al suelo me doblé el pie y me caí. De inmediato mis compañeras vinieron a atenderme y me ayudaron a levantarme. Les pedí que me dejaran permanecer sentada por un momento, y les dije que estaba muy bien. Mis amigas no comprendían lo que estaba pensando. Yo sabía que Dios me estaba ayudando y cuidando ahí mismo. Pero ellas querían ayudarme de la manera que consideraban mejor.
Cumpliendo con las reglas del colegio fui a la enfermería, donde un médico me examinó el pie y me dijo que tenía que ir al hospital para que me pusieran un yeso. El pie me dolía mucho, así que me comuniqué con mi padre y le pedí que me viniera a buscar a la escuela.
Cuando llegué a casa llamé por teléfono a una practicista y le pedí que me ayudara con la oración, dándome tratamiento en la Christian Science. Me insistió en que Dios es el único poder y la única fuerza verdadera. Me explicó también que Dios es quien me sostiene, y que mi ser verdadero es perfecto y espiritual y es mantenido por Dios. Me las arreglé para regresar a la escuela por la tarde ese mismo día, pero mis compañeras querían que fuera al hospital.
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