Mi búsqueda fue incesante.
Mi logro fue abundante.
Dios mi Padre, Dios mi Vida,
llenó el río de agua viva.
Alegre y rebosante,
así está de lleno mi pecho
de esa paz, quietud bendita,
del que el Espíritu platica.
Cuando ríes, cuando cantas,
cuando en paz dormitas,
ríos caen, ríos corren.
Y tu pecho rebosante grita:
"Gracias Dios, gracias vida,
por estos ríos de agua viva".