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Cómo sané de la adicción a las drogas

Del número de octubre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde Que estaba en octavo grado venía fumando de manera intermitente. Durante mi último año de secundaria superior [preparatoria], comencé a beber mucho, y poco después de graduarme me puse a fumar marihuana y a probar alucinógenos. Iba a la Escuela Dominical de la Christian Science desde niña, y recuerdo que a veces asistía los domingos por la mañana después de haber estado en fiestas la noche anterior. Pensaba que lo que hacía no era nada del otro mundo, porque Dios me amaba sin importar lo que hiciera. Pero no me daba cuenta de que esa vida me perjudicaba y no me permitía aprovechar todo el potencial que tenía. En síntesis, estaba impidiendo mi propio crecimiento espiritual.

A los dieciocho años me fui de casa y dejé la religión por completo. Cuando tenía diecinueve años, llegó un momento en que empecé a sentirme muy vacía sin ganas de nada. Había terminado con mi amigo, con quien no tuve una relación muy buena, y estaba enojada con mis padres. Fue allí que me di cuenta de que necesitaba a Dios. No sabía quién era yo, en qué creía, ni lo que quería. Deseaba sinceramente que mi vida tuviera una base. Es como dice una famosa canción de música country en los Estados Unidos: “Tienes que decidirte por algo, si no todo te parecerá bueno. Tienes que gobernarte a ti misma, y no ser como una marioneta manejada por hilos”. “You've Got To Stand For Something”, por Aaron Tippin/Buddy Brock.

Como estaba familiarizada con la Christian Science, un día decidí comprar el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Al leerlo, empecé a conocer a Dios y mi relación con Él, como Su hija. Me sentía maravillada. Cuando medité en lo que estaba aprendiendo y comencé a poner estas ideas en práctica todos los días, mi vida naturalmente comenzó a mejorar. Ya no quería ser como “una marioneta manejada por hilos”, manejada por deseos contrarios a mi naturaleza. Yo quería sentirme responsable y resolver mis problemas, en lugar de dejarlos de lado y tratar de escapar mediante el alcohol. Quería tener control de mi pensamiento. Si amaba a Dios, tenía que liberarme de todo eso.

Pero por otro lado, había tratado de dejar de fumar cigarrillos y marihuana, y nunca lo había logrado. Y con el alcohol era distinto, porque me gustaba y pensaba que nunca lo dejaría. ¿Qué debía hacer?

Algo que me ayudó mucho fue lo que dice la Sra. Eddy acerca de la “sustancia” en la página 468 de Ciencia y Salud: “Sustancia es aquello que es eterno e incapaz de discordia y decadencia. La Verdad, la Vida y el Amor son sustancia”. Más adelante agrega: “El Espíritu, sinónimo de la Mente, el Alma o Dios, es la única sustancia verdadera. El universo espiritual, incluso el hombre individual, es una idea compuesta, que refleja la sustancia divina del Espíritu”.

Esto me hizo sentir liberada. Comprendí que mi verdadera sustancia, mi identidad, era espiritual. Entonces, por ejemplo, no necesitaba recurrir al cigarrillo para liberarme del estrés. Podía volverme a Dios en busca de ayuda, guía y alegría. Esto resultaba mucho mejor que despertarme después de una fiesta a la mañana siguiente y no recordar todo lo que había hecho, o sentirme avergonzada de mis acciones.

Al orar con estas ideas, de pronto me liberé de mis adicciones. ¡Me sentí tan feliz! Sentí que era una persona nueva. Durante esa época también dejé de lado muy naturalmente otros hábitos por los que no había orado, como robar en las tiendas. Comencé a darle más dirección a mi vida, y finalmente regresé a la universidad. Del mismo modo, el profundo dolor y resentimiento que sentía hacia mis padres, dieron lugar a la comprensión y al amor. Ahora me doy cuenta de que había aceptado un concepto equivocado de mí misma, como alguien a quien nadie quiere, que anda desposeída y resentida por la vida. Cuando mi pensamiento sobre mí misma cambió, y aprendí a verme como Dios me ve, dejé toda adicción de lado. Para mí esto fue una evidencia de que Dios existe y de que necesitaba vivir sin perder esto de vista.

Hoy, cuatro años después, sigo libre de toda adicción, y espero graduarme en junio del 2001. Y lo que es más importante, sigo aprendiendo más acerca de mi relación con mi Padre-Madre Dios.

¡Atención Teens!

Al igual que el año pasado, el número de noviembre del Heraldo, va a ser un Heraldo para Teens. Estará escrito principalmente por jóvenes. Apreciamos mucho el apoyo entusiasta que ha recibido esta idea, y estamos seguros de que lectores de todas las edades van a encontrar que el material que presentamos está escrito con mucha sinceridad e inspiración.

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