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La edad no es una limitación

Del número de octubre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchas personas se preocupan cuando llegan a cierta edad. Algunos quisieran tener una vida más tranquila, a otros les gustaría tener una vida más activa, pero se sienten limitados por alguna razón. A continuación publicamos extractos de un programa de radio sobre el tema, que realizó del Heraldo en portugués, con la participación de .

Leide: Se habla mucho de la tercera edad, principalmente de que al alcanzarla ya no se pueden realizar muchas actividades. ¿Qué piensa usted al respecto?

Alcidema: Se piensa que debemos limitar nuestras actividades. Que no debemos vivir solos, que no debemos andar solos, y que tenemos que dejar de hacer ciertas cosas, incluso las actividades domésticas. No obstante, puedo dar fe, por mi propia experiencia, que a mí no me pasó eso.

Leide: ¿Es usted jubilada?

Alcidema: Sí. Fui maestra durante 30 años de alumnos de segundo año de secundaria. Mas continúo leyendo, estudiando y cuidando de mi casa. Vivo sola y me da mucha alegría todo lo que hago.

Leide: ¿Y usted, Diva?

Diva: Hace dos años que vivo con mi hija y eso me hace muy feliz. Pero viví mucho tiempo sola, en una casa en las afueras de la ciudad. Por eso tenía que viajar varios kilómetros por una autopista para llegar al centro de São Paulo, donde se concentraban mis actividades. Por las tardes trabajaba en una Sala de Lectura de la Christian Science, que es una especie de librería para el público en general. Allí tenemos en venta la Biblia y el libro Ciencia y Salud. A mí me da mucha satisfación vendérselo a los visitantes. Es como ofrecer “agua fresca” a quienes tienen sed. Como tenemos reuniones abiertas al público los miércoles por la noche, yo regresaba a casa sola manejando, sabiendo que Dios me guiaba. Siempre tuve la certeza de que Dios me estaba protegiendo a mí y a todos, abriendo el camino para cada uno de nosotros.

Leide: Alcidema, ¿cómo le ayuda la comprensión de Dios en sus actividades?

Alcidema: Al comprender nuestra relación con Dios, podemos vivir mejor. Lo primero que hago por la mañana es estudiar la Biblia y Ciencia y Salud, y ese estudio me ayuda a comprender un poco más la función que cumplo aquí y ahora. Mis hijos están todos casados, tengo nietos y me gusta mucho que me vengan a visitar. Cuido de todas mis cuentas, y me encargo de comprar la comida y los productos domésticos. Distribuyo mi jubilación mensual de tal forma de tener siempre una reserva para viajar al exterior, lo que va en contra de la idea de que a partir de determinada fase de nuestra vida, ya no podemos viajar. Además de eso, tengo actividades en la iglesia y estudio bastante. Hace tres años estuve en Francia y, antes de ir, volví a tomar clases de francés para poner al día mis conocimientos. Ahora estoy aprendiendo computación.

Leide: ¿Hay algún pasaje de las Escrituras que nos pueda ayudar a entender por qué tienen ustedes esa disposición?

Alcidema: Recuerdo que un día, estaba comenzando mis tareas domésticas, y pensé en este versículo de Salmos: “¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?” Salmo 34:12. Por supuesto, admití que amo la vida y por eso mismo, hago todo sin sentir que sea un peso para mí. También trato de ayudar a mis nueras, cuidando de los niños cuando lo necesitan. El enfrentar la llamada tercera edad como una oportunidad para ver el bien que existe, me hace pensar que tener años de vida por delante, no significa simplemente que vamos a vivir mucho, sino que tenemos que vivir con placer, alegría y tener una vida activa. La longevidad incluye actividad.

Diva: Con mi estudio de la Christian Science comprendí claramente que el hombre no tiene edad, siempre puede estar activo. Hay una frase en Ciencia y Salud que dice: “Jamás registréis edades. Los datos cronológicos no son parte de la vasta eternidad”.Ciencia y Salud, pág. 246. Para mí, ésa es una verdad que puedo vivir diariamente. Tengo disposición para trabajar en la casa, para caminar y viajar, porque sé que Dios está siempre con nosotros, y que Él nos da oportunidades para ver las maravillas de Su creación.

“¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?”

Leide: Alcidema, cuéntenos alguna de sus experiencias relacionadas con sus actividades.

Alcidema: Después que encontré aquel versículo de Salmos, el significado de la longevidad verdadera estuvo mucho en mi pensamiento, como una oportunidad de estar siempre alerta y haciendo algo bueno. Semanas después, hubo una tempestad muy grande en São Paulo, y a partir de las tres de la tarde, mi edificio se quedó sin luz. Yo vivo en el piso 14, y necesitaba estar en la iglesia unas horas más tarde, porque tenía que conducir una reunión. Oré, para que Dios me ayudara a cumplir con mi compromiso, dándome ideas para encontrar una solución. Tenía que salir de casa a eso de las 6. Como la luz no regresaba, le avisé a mi hijo de lo que ocurría, porque él acostumbraba llevarme a la iglesia. Entonces se ofreció para subir los catorce pisos, llevarme una linterna y descender conmigo. Pero cuando abrí la puerta que daba a las escaleras, vi que tenían luces de emergencia, y decidí empezar a bajar. Antes había llamado a una practicista de la Christian Science para que orara por mí para que no sintiera miedo de caerme o cansarme. Ella me habló de la fuerza y la capacidad que Dios nos da de ir adelante, especialmente cuando nos disponemos a hacer Su voluntad. Me dio el siguiente versículo de Isaías: “...los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. Isaías 40:31.

Me explicó que según un comentario de la Biblia, el símbolo del águila se usa porque el águila es un pájaro que no manifiesta ninguna señal de envejecimiento y que ése era mi caso. Me gustó mucho esa idea. Le agradecí y comencé a bajar por la escalera. Bajé con mis libros, mi cartera, mi abrigo, y llegué muy bien. En el segundo piso me encontré con mi hijo. No me cansé para nada, y comprobé una vez más, que nuestra fuerza viene sólo de Dios.

Leide: Diva, antes hablamos de las cosas que nos gusta hacer. ¿ Por qué no nos cuenta sobre la curación que tuvo durante un viaje?

Diva: Estaba pasando unos días en Florida, con mi hijo y su familia. Una noche, íbamos en el coche a cenar, cuando un vehículo nos chocó, causando un grave accidente. Todo ocurrió muy rápido. Instantes después del choque, abrí los ojos y no veía con claridad. Me di cuenta de que algo no andaba bien. Recordé que Dios es mi vida y lo afirmé varias veces. Mi hijo y mi nuera tuvieron heridas leves, y mis nietos salieron ilesos. Mi hijo le pidió a mi nieto que se sentara a mi lado y me repitiera la Declaración Científica del Ser, que se encuentra en Ciencia y Salud, y comienza así: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia...”Ciencia y Salud, pág. 468. Yo oía vagamente. Me llevaron a un hospital donde pasé tres días en una sala de terapia intensiva, en observación, sin recibir medicamentos. Tenía lesiones internas muy graves. Me había desgarrado un riñón y querían operarme. Inmediatamente después del accidente, mi hijo se comunicó con una practicista de la Christian Science, pidiéndole que orara por mí. El segundo día después del accidente, los mismos médicos y enfermeras constataron que había señales de recuperación. Al tercer día, ya se había recompuesto el riñón. Al cuarto día, me transfirieron a un cuarto normal, y al quinto día mis familiares me llevaron a una institución donde los Científicos Cristianos pueden permanecer mientras reciben tratamiento por medio de la oración.

Mi tratamiento fue únicamente espiritual. Las enfermeras de la Christian Science eran muy atentas y expresaban mucho amor, así como los voluntarios que venían a leernos la Lección Bíblica Semanal. Una practicista venía a visitarme periódicamente. Mi hija llegó al día siguiente del accidente y estuvo todo el tiempo conmigo. Tres semanas después, yo ya podía camainar, y regresé a casa. Hoy me muevo normalmente con total flexibilidad. Este accidente ocurrió hace siete años y la curación fue completa, no tuve ninguna secuela ni cicatriz. En aquel momento y hasta hoy, me resulta muy útil una frase de Ciencia y Salud que dice lo siguiente: “La Mente es la fuente de todo movimiento, y no hay inercia que demore o detenga su acción perpetua y armoniosa”. Ibid., pág. 283.

Leide: ¡Qué bello ejemplo del poder de la curación por medio de la oración! ¿Cómo enfrentó el hecho de haber sufrido un accidente?

Diva: Yo y mi familia tuvimos que comprender que Dios sólo conoce lo que es bueno y toda Su creación permanece siempre en orden e intacta. También sabemos que Dios ama a todos y es por eso que la oración tiene un poder restaurador. Nuestras oraciones se apoyaron mucho en la siguiente cita de Ciencia y Salud: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía. Bajo la divina Providencia no puede haber accidentes, puesto que no hay lugar para la imperfección en la perfección”. ibid., pág. 424. Mi vida hoy es muy tranquila y no tengo miedo de los accidentes.

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