Los navegantes de globos aerostáticos remontan altura más rápido cuando liberan bolsas de arena. Nadie como ellos sabe lo que vale soltar lastre a tiempo; sobre todo si van volando bajo y después de una hondonada se les aparece inesperadamente un bosque de altos pinos o la cima de un monte.
Cada vez que perdonamos, dejamos ir lastre y ganamos libertad.
Cuando el Nuevo Testamento habla de perdonar, el original en griego se refiere a dejar ir, dejar libre, ceder. Y cuando el Padre Nuestro dice, “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”, nos está diciendo que somos dignos de ser libres cuando dejamos a los demás en libertad. Esto lo hacemos en el ámbito más profundo de nuestro corazón. El Heraldo trata en su primera sección el tema del perdón, y el cambio que puede llegar a representar en nuestra vida.
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