Los navegantes de globos aerostáticos remontan altura más rápido cuando liberan bolsas de arena. Nadie como ellos sabe lo que vale soltar lastre a tiempo; sobre todo si van volando bajo y después de una hondonada se les aparece inesperadamente un bosque de altos pinos o la cima de un monte.
Cada vez que perdonamos, dejamos ir lastre y ganamos libertad.
Cuando el Nuevo Testamento habla de perdonar, el original en griego se refiere a dejar ir, dejar libre, ceder. Y cuando el Padre Nuestro dice, “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”, nos está diciendo que somos dignos de ser libres cuando dejamos a los demás en libertad. Esto lo hacemos en el ámbito más profundo de nuestro corazón. El Heraldo trata en su primera sección el tema del perdón, y el cambio que puede llegar a representar en nuestra vida.
También este número trae artículos con ideas sanadoras para tratar las limitaciones asociadas con lo que se ha rotulado como “tercera edad”.
Y como siempre, los relatos del cuidado de la salud por medios exclusivamente espirituales, incluyen curaciones de tumores, de verrugas, de un problema ocular y de pérdida de la voz.
Esperamos que este número traiga inspiración a su diario quehacer.
Con afecto,
