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¡Me siento libre!

Del número de febrero de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Era Niña hubo muchas veces en que no me sentí libre. Algunas veces me sentía triste y sola, en otras confundida y desanimada. En esas ocasiones, me iba al sótano de casa y me sentaba en un sofá grande. Mi perra, Betsy, siempre venía, se sentaba conmigo y me consolaba. También me enseñó mucho sobre la libertad.

Betsy vivía con libertad. Cuando era una cachorrita le hicimos un corralito en el sótano para que se quedara por un tiempo en ese lugar, pero ella siempre encontraba alguna forma de escaparse. Cuando creció le dimos la mitad del sótano, mas ella aprendió a pararse contra la puerta y girar la perilla de la puerta con las patas, para poder salir.

Por último, mi papá construyó una cerca alta alrededor del jardín, con la idea de que eso mantendría a Betsy adentro. Ella se sentó en el jardín de atrás observando cómo trabajaba muy duro mi papá. Entonces, justo cuando él estaba clavando la última madera de la cerca, ella corrió y de un salto pasó por encima de la cerca. Nada podía impedirle ser libre.

Dios nos dio a todos el derecho de ser libres. Tenemos la libertad de seguir a Dios cuando lo escuchamos y obedecemos. Tenemos la libertad de ser felices, de tener buena salud y sentirnos completos. Tenemos el derecho de estar libres de todo pensamiento de tristeza, soledad o enfermedad. En Ciencia y Salud leemos: “Dios creó libre al hombre... Ciudadanos del mundo, ¡aceptad la ‘libertad gloriosa de los hijos de Dios’ y sed libres! Ése es vuestro derecho divino”.Ciencia y Salud, pág. 227.

¿Acaso ser libres significa que podemos hacer todo lo que se nos antoje? De ninguna manera. La verdadera libertad no significa que podemos quebrantar las reglas y leyes. La verdadera libertad sólo viene a través de la obediencia exacta a la ley de Dios, a Su voluntad. Mediante la obediencia podemos encontrar completa libertad ahora, aunque nos parezca que estamos atrapados por la tristeza, la limitación, el comportamiento errado, o la enfermedad.

Primero, necesitamos comprender que Dios es Todo, y que está totalmente libre de cualquier limitación, temor, enfermedad o escasez. Puesto que esto es cierto acerca de Dios, es lo único que Él puede expresar en el hombre, en ti, en mí y en todos. Estamos hechos para expresar todo el bien que Dios es. Dios nos necesita a cada uno de nosotros para poder expresar totalmente Su bondad y amor.

Una vez que comprendemos que Dios es todo el bien, y que somos uno con Él, aprendemos a obedecerlo en todo momento. Debemos hacer lo que Dios quiere que hagamos, pensar lo que Dios quiere que pensemos, ser lo que Dios quiere que seamos. Lo que nos hace libres, es el conocer la verdad acerca de la bondad de Dios, y vivir como una expresión del bien. Jesús les dijo a sus discípulos: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32.

El conocer y vivir la bondad de Dios nos ayuda a saber la diferencia que hay entre el bien que debemos hacer, y los errores que debemos evitar hacer. Si algo no es bueno, entonces no proviene de Dios y no es parte de ti, que eres Su hijo; y ni siquiera puedes quererlo o desearlo. Dios nos dice a todos: “Si no es algo hecho a Mi semejanza, entonces no forma parte de ti. Si no lo puedes encontrar en Mí, entonces no lo puedes encontrar en ti”.

Cuando era chica comprobé que conocer la verdad acerca de Dios y el hombre nos hace libres. A menudo tenía dolor de oídos, y a veces mi mamá o un practicista de la Christian Science oraba por mí, otras veces yo oraba por mí misma. El dolor de oído pasaba, pero yo siempre tenía miedo de que volviera, especialmente si nadaba debajo del agua. Finalmente, comencé a comprender que tenía el derecho de ser libre: libre de los dolores de oído, libre del temor, y libre para nadar. Los dolores de oídos no son buenos, entonces no pueden venir de Dios. Puesto que no son de Dios ni son como Dios, realmente nunca fueron míos. Dios nos hizo a todos libres, felices y completos, y nos mantiene así siempre. A medida que comencé a comprender mejor a Dios, empecé a sentir menos miedo y más libertad. El problema de los oídos terminó para siempre. Ahora, lo que más me gusta es nadar debajo del agua, y me hace sentir libre y bien. ¡Como un delfín!

Libertad es saber lo que es verdad acerca de Dios y de ti. Siempre podemos sentirnos libres porque la libertad es lo que es normal en el reino de Dios.

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