Un día la maestra de la Escuela Dominical pensó en llevarle un regalo a Denise y Malcolm, dos niños de su clase.
Estos niños siempre están contentos y van con gozo a la Escuela Dominical.
Ese día la maestra al salir de casa tomó de su jardín dos pensamientos hermosos, uno azul y otro amarillo. Iba a sorprenderlos con estas flores.
Al llegar a la Escuela Dominical de su iglesia, descubrió que en su clase, además de Denise y Malcom, también estaba Cristina, que asiste de vez en cuando. Durante la clase se habló de la creación de Dios; de los árboles, de las flores y del hombre creado a la semejanza de Dios, como dice la Biblia. Los niños participaron con mucho entusiasmo y la hora se pasó volando.
Al terminar la hora de clase, la maestra pensó cómo iba a hacer para repartir los dos pensamientos entre tres niños: Denise y Malcolm, que son hermanos, y Cristina, una niña muy dulce.
La mamá de los dos niños que estaba presente sugiere: —¡Las flores son para las niñas, a los hombres no se les regala flores! La maestra, todavía pensando cómo resolver el problema (porque Malcolm no se veía muy convencido), toma los pensamientos y le da uno a Denise. Pero al darle el otro a Cristina descubre que debajo de un pétalo hay un pequeño caracol, muy pequeñito. Y al instante se lo da a Malcolm, diciéndole: —¡Y a ti te traigo un caracol!
El niño extiende la mano, y en su palma le coloca este hermoso caracolillo que enseguida empieza a moverse y a sacar sus antenitas.
¡Al niño se le ilumina la carita! Sus ojos brillan de alegría y la maestra da gracias a Dios recordando una cita de Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ciencia y Salud, pág. 494.
