Porque has cambiado mi lamento en baile
y has trocado mi pena en armonía,
transformaste la culpa en inocencia
y el llanto en alegría;
porque con Tu presencia luminosa
la oscuridad hiciste que se fuera
y porque al conocerte, la ignorancia
se fue de igual manera;
porque voy aprendiendo poco a poco
a distinguir la luz de las tinieblas
y es más fácil andar por el camino
sabiendo que estás cerca;
es por eso que, aunque se haga la noche,
sé que Tu luz ha de brillar al alba,
permíteme esperar, sin una duda,
tu gloriosa mañana.