Nací En Un Paraje entre cerros, al sur de Chile, donde no había escuela. Mis padres no pudieron mandarme para que aprendiera a leer y escribir. Con el correr de los años me casé, tuve hijos y nietos. En el fondo de mi corazón guardaba la esperanza de algún día aprender.
En una ocasión, conversando con unas maestras me invitaron a concurrir a un Plan de Alfabetización que se iniciaba en mi pueblo. En el acto acepté y al otro día comencé el aprendizaje. Mis amigas me preguntaron si no me avergonzaba, siendo ya grande, asistir a la escuela, pero yo no me moví de mi decisión. Aprendí muy rápido.
En ese entonces, todos mis hijos se habían casado, uno de mis nietos también tuvo que seguir su rumbo lejos de mi lado, y comencé a sentirme sola, hasta que me embargó una depresión muy grande. Entonces me recetaron medicamentos para controlar la depresión.
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